Todos y todas somos conscientes de que Top Gun (1986) es una película de culto, pero reconozcamos también sus contras y su cometido: el estudio eligió a Tony Scott, curtido en esos años en el mundo de la publicidad para hacer ese largo spot de 110 minutos. Fue un éxito arrollador y consiguió vender todo lo que parecía promocionar: incremento de alistados en la armada de Estados Unidos. Hordas de chavales se apuntaron en busca de velocidad, queriendo ser ese Maverick que tan bien lucía en su Kawasaki y gafas Ray-Ban. Por cierto, estas también aumentaron considerablemente sus ventas. Fue además el mejor impulso que un actor necesitaba para convertirse en estrella.
Por eso, treinta y seis años después, una carrera labrada con blockbusters y con obras firmadas por Kubrick, Scorsese, Coppola, Paul Tomas Anderson, Stone, de Palma, Spielberg y muchos más, Cruise sentía que debía algo a su Pete ‘Maverick’ Mitchell, el protagonista de Top Gun.
Ahora, el piloto se encuentra en horas bajas y su nombre parece desvanecerse. Sin embargo, el ser encargado de instruir a unos jóvenes pilotos para una importante misión le hará replantearse varias cosas en su vida, además de encontrarse con el hijo de su difunto amigo Goose.
¿Qué es Top Gun: Maverick? Varias cosas. Lo primero: es una película de Tom Cruise, lo que significa que, como habitualmente acostumbra, él es el astro con satélites alrededor. La película es su legado, uno de tantos que deja, ya que no piensa en la jubilación. También es un regalo para los nostálgicos, que sin duda echarán de menos a Kelly McGillis, la instructora de la academia para pilotos con la que Maverick acaba teniendo una historia. Aquella historia de amor -eufemismo de calentón- deslumbró al público. Pocas veces ha tenido Cruise una compañera en pantalla con la que consiguiera esa apabullante química. Escenas como la de ese ascensor provocó que Tom se convirtiera en mito sexual al instante, punto necesario para adquirir la categoría de estrella. La no aparición de la actriz en esta nueva entrega ha sido muy criticada. Y Jennifer Connelly se defiende como nuevo interés amoroso, pero la Charlie de McGillis son palabras mayores. La secuela va en paralelo con la primera pero teniendo personalidad propia: también cuenta con hit musical de la mano de Lady Gaga. La artista seguramente se llevará el Oscar a Mejor Canción, pero Take My Breath Away es muy difícil de superar.
Hasta aquí los detalles en los que la primera gana a la segunda. Porque TGM es también una oportunidad para las nuevas generaciones, esas que no han conocido películas evento más allá de Marvel o Star Wars. Una película cuidada y hecha con mimo, hecha con la misión de que el público vuelva a las salas de cine a disfrutar durante un par de horas. Y cumple con el cometido, porque es uno de los mejores blockbusters que se verán por salas en este 2022.