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Javier G. Godoy

STAR TREK. En la Oscuridad: Los trekies están de enhorabuena

Conste que en absoluto soy fan de Star Trek y mucho menos de JJ Abrams. A pesar de todo, os daréis cuenta según leéis que esta crítica contiene pocos aspectos negativos que achacarle a la segunda parte de la nueva revisión realizada por el director norteamericano. Sin duda, la ha situado entre los blockbusters más aceptables de los últimos años, muy por encima de medianías de temática héroes de cómic, o esa estupidez que es «Transformers» y sus predecesoras.

En el delicado caso que nos ocupa, confirmar con una buena continuación lo comenzado en «Star Trek» (2009), a JJ Abrams no le tiembla el pulso dejando ver que en este género se encuentra como pez en el agua. Así que el resultado es una película entretenida, de ritmo frenético y de buena factura. En estos tiempos lo normal habría sido acordarnos de la serie de televisión o de aquellas películas de primeros de los noventa, sin embargo, el director de Nueva York, logra hacernos olvidar que es el creador de pufos como «Super 8» o «Alcatraz». Este Abrams es el mejor Abrams, el de «Lost«, «Fringe» o el que – recemos – continuará con el éxito eterno de Star Wars.

«Star Trek. En la Oscuridad«, es un filme que no da respiro y cuyo planteamiento es capturar desde el principio la atención total del espectador, si además eres fan, no tienes nada que hacer, quedarás perplejo con el comienzo y no habrá momento para desviar la mirada hasta el final. Así es la película: un producto controlado y revisado con exactitud y detalle, sin cabos sueltos.

¿Y si no soy fan? – me preguntaba yo – Pues casi lo pasarás igual de bien, porque JJ Abrams rueda casi de manera impecable y Damon Lindelof (entre otros) firma un guión a la altura que no hace aguas y que logra intercalar la trepidante acción con algunos momentos a los que no estamos acostumbrados, en los que podremos ver que hasta Spok tiene sentimientos. Esta vez, los personajes han sido dotados de una profundidad considerable, lo que provoca mayor empatía e implicación del público.

Tanta efectividad en todos los campos de la película se ven ligeramente empañada por la capacidad innata del señor Lindelof (os recuerdo, el guionista) para finalizar las historias de manera mediocre. Debo recordar a los lectores, que este señor decepcionó a medio planeta con el final de «Perdidos» (Lost) y a otros cuantos con el libreto de «Prometheus«, de Ridley Scott (también escribió esa chorrada mayúscula que es «Cowboys & Aliens«) y en esta nueva entrega de «Star Trek» consigue que el final no esté exactamente a la altura del resto del metraje, detalle que, sin llegar a alterar la buena nota que consigue el filme, emborrona en cierta manera la casi impecable realización.

Tampoco es cuestión de ensañarse, no procede en una película de estas características, destinada a otras labores y no a ganar premios en Cannes. Pese a ello, nadie a escatimado en esfuerzos y eso lo comprobaremos mejor viendo el gran trabajo del reparto, esforzado en interpretar sus personajes con credibilidad y la energía que un proyecto así requiere. En especial hay que destacar el trabajo de Benedict Cumberbatch, actor británico al que hay que seguir la pista porque posee potencial. Aquí consigue ser el verdadero protagonista y pone el listón muy alto para futuros villanos. Porque, amigos, el villano de una película es el cincuenta por ciento de la misma. Que se lo digan a Josh Whedon y su «Loki«, uno de los peores que he visto en los últimos años.

Id al cine a ver «Star Trek. En la Oscuridad«, no os cortéis, os sorprenderá.

Por Javier Gómez

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