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Bandas Sonoras

John Williams: El hombre tranquilo

El compositor de música para el cine más laureado de todos los tiempos, John Williams, ha cumplido 89 años. 51 nominaciones, 5 premios Oscar, 7 Globos de Oro y 23 Grammys, son parte de los reconocimientos que el músico ha acumulado a lo largo de su imponente carrera, además del recuerdo generado en la memoria colectiva gracias a algunos acordes para la posteridad. Temas de Tiburón, Star Wars, Indiana Jones, Encuentros en la tercera fase, Superman o La lista de Schindler, ya forman parte de la historia del cine.

Sin embargo, es esta una gran ocasión para hablar sobre otras obras de Williams que, quizá, resulten menos icónicas y conocidas. Trabajos de enorme valor que, por unas cosas u otras, no resultan tan familiares para el gran público. Han sido, por decirlo así, menos tarareadas por aquellos que, en más de una ocasión, han ido silbando casi sin darse cuenta los famosos Main Theme de Parque Jurásico, E.T. o El violinista sobre el tejado.

Terremoto (Earthquake, 1974)

La temblorosa (en todos los aspectos) película de Mark Robson no era un dechado de virtudes, sin embargo, el trabajo de John Williams, con una serie de composiciones influenciadas por el soul y el R&B de la época, varios temas «hermanos» de aquellos que acompañaron a John Shaft en Las noches rojas de Harlem (Shaft, 1971) o deliciosas melodías románticas como Love Scene, pudo destacar entre la mediocridad de un guion que dejaba al impactante y nuevo efecto sensurround todo el peso del film.

Drácula (Dracula, 1979)

Williams intentó darle mayor profundidad a esta descafeinada versión del clásico de Bram Stoker a través de su sentido de la épica musical. En esta ocasión algunas de las señas de identidad del compositor protagonizaron todo el score, pues destacan el recurso del leit motiv, las fanfarrias y las melodías grandilocuentes. El norteamericano Frank Langella, que se esforzó al interpretar al rey vampiro, debió agradecer que las notas del compositor norteamericano añadiesen algo de valor a la enésima versión de la icónica novela.

Cuando el río crece (The River, 1984)

Las desventuras de Mel Gibson y Sissy Spacek luchando contra la fuerza de la naturaleza y las del propio hombre, son la excusa para que Williams componga una partitura no excesivamente compleja pero sí muy pegadiza. Sonidos alegres relacionados con la idiosincrasia propia de la américa rural aparecen a lo largo de una película con buenas intenciones. Fue este un Williams delicado y conscientemente ligero -como los instrumentos de viento que utiliza- aunque, como siempre, enormemente práctico.

Nacido el cuatro de julio (Born on the Fourth of July, 1989)

Sonidos militares y ritmos marciales son las notas que abanderan esta composición de Williams a las puertas de la década de los 90. En especial, instrumentos de percusión y de viento, con gran presencia de trompetas, son los elementos destacados de una partitura que coronaba unos años 80 más que fructíferos para el músico, que a lo largo de aquella etapa dorada dio a luz bandas sonoras como En busca del arca perdida (Indiana Jones: Raiders of the Lost Ark, 1981), E.T., el extraterrestre (E.T.: The Extra-Terrestrial, 1982), o El retorno del Jedi (Star Wars. Episode VI: Return of the Jedi, 1983). Así, la historia de ese soldado en silla de ruedas y veterano de la guerra de Vietnam, cobraba mucha más fuerza acompañada de la música, siempre trascendente y emocionante (quizá en exceso), del mítico maestro.

J.F.K.: Caso abierto (J.F.K., 1991)

Nada más entrar en la nueva década John Williams recibió la llamada de quien dos años antes ya había requerido sus servicios. Oliver Stone, que dirigió Nacido el cuatro de julio, volvió a querer contar con el veterano compositor para darle forma a la banda sonora de su nuevo largometraje: J.F.K.: Caso abierto. La rocosa y exuberante estructura del filme permitió a Williams desplegar toda su sabiduría musical, pues la película demandaba sonidos con tonos diversos como los que el músico supo encontrar: desde el matiz solemne del tema Prologue, hasta el suspense de rítmica cadencia de The Conspirator -que luego casi autoplagiaría al componer Dennis Steals The Embryo para el score de Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993)-, pasando por Garrison Family Theme, bello track con algunos de los rasgos de las nanas populares.

Amistad (1997)

Como muchas otras veces, el director Steven Spielberg volvió a brindar una oportunidad para el lucimiento de John Williams. En esta ocasión, el compositor nos traslada a África a través de varios temas con matices étnicos, aunque la alegría implícita en las músicas del continente negro desaparece cuando Williams debe realizar composiciones más oscuras y pesimistas. La esclavitud, hilo conductor del film de Spielberg, obliga a Williams a componer con la gravedad que refleja la sinrazón de un tiempo en el que se normalizó la crueldad de unos seres humanos frente a otros, si bien es cierto que toda la fuerza y el entusiasmo de la banda sonora se deposita en el tema estrella, Dry Your Tears, Afrika, una maravilla con coro de voces incluido. Como muestra de la inteligencia del músico norteamericano, este cerraría el círculo abierto aquí con la partitura de Lincoln 15 años después, en 2012, construida con pistas de gran similitud.

Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998)

Una nueva colaboración con el director Steven Spielberg dio como resultado una de las composiciones más imponentes de John Williams. Desconocida para muchos –Parque Jurásico y La lista de Schindler tenían aún la sombra muy alargada- la partitura de Salvar al soldado Ryan es un trabajo sólido y equilibrado, sutil en muchos tramos y monumental en otros. Lo que está claro es que la temática no solo inspiró a Spielberg para dar a luz una de las mejores películas bélicas de siempre, sino que dio a Williams la posibilidad de hacer su particular homenaje a los caídos el Día D. El Hymn to the Fallen que compartimos bajo estas líneas supone el primer tema del soundtrack y, posiblemente, una de las composiciones más espectaculares y conmovedoras de la carrera del músico norteamericano.

Atrápame si puedes (Catch Me If You Can, 2002)

Desde los títulos de crédito ya resulta deslumbrante el trabajo de John Williams para una película que relata las andanzas de Frank Avagnale, un falsificador con problemas familiares que le vino a Spielberg como anillo al dedo. Director y compositor se lucen durante todo el metraje, siendo Williams uno de los grandes culpables de que la película fluya de manera brillante. Si en Terremoto el músico homenajeaba el soul setentero aquí el compositor se gusta a la hora de escribir temas de total influencia «jazzística». De esta forma, las diferentes etapas (y estafas) del joven Avagnale (un gran DiCaprio) se ven acompañadas de instrumentos como el piano, el xilofón y, sobre todo, las notas de un elegantísimo saxo.

Memorias de una geisha (Memoirs of a Geisha, 2005)

La gran experiencia con la colaboración del violinista Itzhak Perlman para la banda sonora de La lista de Schindler se repitió en Memorias de una geisha, donde, además del israelí, se contó con el talento de Yo-Yo Ma, artista franco-estadounidense que se unió a un proyecto con el que Williams estaba especialmente ilusionado. El director del film, Rob Marshall, no dio crédito al enterarse del interés del músico por componer el score, pero lo cierto es que aquel sueño de trabajar con él acabó materializándose. Inspiradísimo por una historia que le apasionaba, el compositor dio voz a Sayuri, protagonista de la película, a través de un violonchelo que Yo-Yo Ma tocó con gran delicadeza. Mientras, Itzhak Perlman sería la voz del presidente, notas que en su violín sonaban como un vals profundamente triste aunque inevitablemente bello. Acordes con matices tradicionales -aunque reconocibles- y melodías para las cuerdas de instrumentos étnicos japoneses capitanearon uno de los trabajos con más clase del maestro Williams.

La ladrona de libros (The Book Thief, 2013)

La mediocridad de la película provocó que esta composición de John Williams pasase tristemente desapercibida, aunque lo cierto es que se trata de uno de los mejores trabajos de su última etapa. Sobria y melancólica, la composición tiene ecos de otros trabajos del compositor como El turista accidental (The Accidental Tourist, 1988), Presunto inocente (Presumed Innocent, 1990) y, sobre todo, Las cenizas de Ángela (Angela’s Ashes, 1999), bandas sonoras en las que el músico convirtió al piano en absoluto protagonista. Es, quizá, el instrumento que Williams ha estado asociando a la infancia -y posiblemente al paso hacia la madurez- durante toda su carrera. Este The Book Thief, cierre del soundtrack, recoge a la perfección la esencia de toda la composición.

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