“Todos tenemos que decidir por nosotros mismos con cuánto pecado vivir”, Enoch “Nucky” Thompson. De profesión, sus labores….al margen de la ley, claro. Un maquiavélico pez gordo, con el físico de un enfermo de hemofilia y el cerebro en el que IBM debió inspirarse para dar vida a Deep Blue. Un truhan, un señor, un filántropo, un contrabandista, benévolo, implacable, creativo, y con más vidas que Hussein de Jordania. Un personaje total, al que se le puede aplicar la máxima de Walt Withman “soy amplio, contengo multitudes”. Tan solo un vicio acaba con sus aristas: la fatal sed de poder y dinero.
La extraordinaria serie de HBO para la televisión, Boardwalk Empire, enfila su final. Un final anunciado, y con un desenlace cantado por el peligroso vals que se mueve entre los hechos reales, y la ficción preñada en la mente de Terence Winter, y parida por un ampuloso Martin Scorsese. Una serie que en sus 5 temporadas ha dado a los amantes de la estética noir, y los argumentos mafiosos y clásicos, una de las mejores series que se pueden ver en el panorama televisivo de este siglo. Un viaje al nacimiento del sueño americano, al Nueva York de Luciano, al Chicago de Capone, a la Cuba de Lansky. Una curda por el recorrido ascendente en la escalera de la infamia, y de la historia elegíaca de los delincuentes más retratados del siglo XX, con permiso de los déspotas elegidos democráticamente. Un pulso desde los bajos fondos hasta las altas esferas de un país en la adolescencia de su historia, en esa época en la que hay que probarlo todo, y no te dejan probar nada, la odisea de los hijos de la calle a los mandos de un barco de papel en un mar de whisky.
© HBO
A lo largo de las 5 temporadas de lujo desmedido que nos han dado sus creadores y productores, la nómina de actores y actrices que han paseado su palmito años 20 por la pequeña pantalla, ha dejado huella para los anales de las producciones del cine negro. Asentando su casting en algunos de los rostros más reconocibles de HBO, BE comenzó con la moda de matar a sus protagonistas mucho antes de que lo hiciese Juego de Tronos.
Rey del hampa en la viciosa ciudad de Atlantic City. A diferencia de lo que se ha dicho de Emilio Botín, este hombre sí que se hizo a sí mismo. Un despegado maduro, más famoso por los saraos que monta, que por su discurso político, pero con una empatía y falta de escrupulosos digna del vendedor de un vendedor de hambre en Somalia. Un maravilloso Steve Buscemi (¿cuándo no lo está?), con más salidas que un polideportivo y un estilo inconfundible, que le convierten en uno de los más poderosos caracteres creados por la televisión, sin llegar a ser un Tony Soprano, o un Walter White, pero con la espalda lo suficientemente ancha como para destacar en un elenco de delincuentes y agentes de la ley plagado de grandísimos actores.
MARGARET SCHOREDER
Mucho ha llovido desde que la adolescente Kelly MacDonald le echase a Renton el polvo de su vida, en la habitación contigua a la de sus padres en Trainspotting. En BE es la señora Schoreder, una inmigrante irlandesa con más cerebro que oportunidades, y con menos escrúpulos de los que su prohibicionista espíritu indica.
NELSON VAN ALDEN
Lo prodigioso de Michael Shannon no es que con esa cara que tiene de Frankenstein con paperas haya triunfado con los personajes más dispares. Es que con solo tragar saliva sabes que algo está a punto de pasar. Inestable, ultra religioso, y menos equilibrado de lo que él mismo querría. En una serie en la que cada personaje evoluciona hacia un carácter muy diferente del que arranca, podemos decir que el agente Nelson es sin duda el que menos se parece a su primera concepción. Y si no, que se lo digan al revolver de Capone (contiene spoiler):
Madre e hijo, amigos y amantes. Incestuosos, fuertes, inteligentes, atractivos, tan conscientes de sus limitaciones que no pueden hacer otra cosa que superarlas. Una familia que nace de la tragedia, y que vive en ella. Y como buena tragedia, reserva un nicho para el final de su historia. Un controvertido episodio que Winter justifica así (contiene spoiler):
No debía ser fácil ser negro en los Estados Unidos de los años 20. Y menos cuando tienes más poder que aquellos que te desprecian. La historia de una raza encarnado en el maravilloso Michael Kenneth Williams (sí, sí, el INMORTAL Omar)
LOS «AMIGOS» DE ATLANTIC CITY
La nómina de secundarios de BE es uno de sus principales activos. Una pléyade de rostros amables afines a HBO, que pasean la elegancia de su arte por el muelle de Atlantic City. Eli, hermano de Nucky, un generador de problemas acomplejado por el frío que da vivir constantemente a la sombra de alguien a quien amas y temes por igual. Richard Harrow, uno de los más carismáticos protagonistas de BE, un veterano de la I Guerra Mundial, dónde perdió medio rostro, que oculta tras una máscara. Siempre navegando en el maniqueísmo, tan pronto ejecuta a un pelotón de sicarios, como protege con su amor al niño más desamparado. Impecable el papel de Jack Huston, que demuestra así que la calidad artística también se lleva en los genes (es nieto de John Huston, y sobrino de Anjelica).
No nos olvidamos del secretario alemán de Nucky, Eddie Kessler, más corazón que cabeza. Mickey Doyle, Angela Darmody…en fin, necesitaríamos todo un blog para nombrar a un reparto tan coral.
LOS «ENEMIGOS»
Un mafioso dedicado al contrabando de alcohol no puede llegar a la cima sin crearse 1 o 2 enemigos. Luciano, Lansky, Torrio, Rosetti, Narcisse…y por supuesto Al Capone, la debilidad del que suscribe. Interpretado por el inglés Stephen Graham, fue un empeño personal de Scorsese que apareciese como secundario recurrente en BE. Asomándose sin miedo al borde del precipicio de la sobreactuación, la violencia en los actos, palabras y atmósferas que rodean al pequeño Scarface hace que el nivel de la serie suba muchos enteros siempre que la trama llega a Chicago:
Y el telón de este vodevil de ambición y delincuencia se pondrá el próximo 26 de octubre, con la emisión del octavo y último episodio de BE, igual que terminó la Ley Seca, y el reinado de terror de la cosa nostra. A partir de entonces habrá que volver a la cruda realidad, en la que los mafiosos han cambiado el sombrero hongo y el clavel en el pecho, por las blackcards.
Por J.M.C.
