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Críticas

La abuela: Terror viejuno

El bagaje de Paco Plaza desde que comenzó en esto del cine (más allá de documentales sobre OT) es casi brillante. Parece uno de esos bravos futbolistas de cantera, que destaca en inferiores, y va poco a poco adquiriendo galones, hasta que un día explota y se asienta entre la élite. Plaza lleva instalado en ese Olimpo casi desde sus inicios, firmando dirección y guion junto a Jaume Balagueró en la imprescindible y rentable REC (2007). Antes, con un debut agridulce, trató de imponer su estilo en el género con El segundo nombre (2002) y Romasanta (2004), con más sombras que luces. Y desde entonces, con el terror y la intriga por bandera, nos ha dejado títulos de nota alta, como la maravillosa REC 3 (2012), la popular Verónica (2017) y la vuelta al ruedo con Quien a hierro mata (2019). En medio, varios episodios de la rescatada Historias para no dormir, donde da el do de pecho en la escritura de guion y puesta en escena.

La abuela (2021) llega a los cines después de varios retrasos enlazados por la pandemia de coronavirus. Con una historia original propia, desarrollada por el magical boy Carlos Vermut, Plaza vuelve a rodar una historia de terror apoyado en el drama familiar y los precipicios generacionales. Susana es una joven que abandona su sueño (casi) hecho realidad de trabajar como modelo en París, y vuelve a Madrid para hacerse cargo de su impedida abuela, la misma que a falta de padres la crió siendo niña. La convivencia con una persona impedida, la fractura de sus proyectos, y el ambiente malsano de una vivienda cuanto menos inquietante, son el hilo conductor de esta cinta de horror que, lamentablemente, no da miedo.

Partiendo de una trama más pegada al thriller y el drama, Vermut y Plaza van desplazando esta interesante premisa para centrarse en un terror reiterativo y falto de originalidad. Cuando el guion redunda en la difícil y agotadora tarea de cuidar de un anciano demente, en la soledad y el sentimiento de culpa, la película se eleva. Sin embargo según avanza el metraje todo se hace predecible. Brujería, posesiones, el vampirismo que Bergman llevó a la perfección en Persona (1966), y en esta ocasión se ha plasmado de forma más difusa, a pesar de que esa es su intención desde el principio. Desde el arranque (absurdamente localizado en París) intuyes el camino que la trama va a seguir sin equivocarte. La historia carece de frescura, y tira de recursos un tanto manidos. Depende demasiado de los golpes de efecto con aroma a naftalina: puertas que se abren solas, silencios tenebrosos, presencias de esas que parece que sí, pero no, o esa constante en los últimos tiempos de dibujos y pinturas negras realizadas por obsesivos.

La abuela', de Paco Plaza, ya tiene fecha de estreno
© Sony Pictures España

Con lo que sí cuenta Plaza es con una despliegue actoral de Almudena Amor y, sobre todo, Vera Valdez (de la que se echa de menos un nominación a los Goya), dos generaciones de actrices que bordan sus papeles, y que se dejan todo para transmitir una angustia y una claustrofobia que se agradece entre tanto lugar común.

Se puede rescatar de La abuela la confirmación de que Paco Plaza es cada vez mejor director. Sabe jugar con la tensión, usa la cámara de forma impecable, y sabe lo que quiere de sus actores y actrices. Si hay que poner un pero a su trabajo es la pesada gravedad con la que trata la trama, algo que en sus anteriores trabajos supo manejar con más equilibrio. Es, en definitiva, una película disfrutable y olvidable.

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