La pregunta era sencilla y directa: ¿Daría la talla Brian Singer tras la última y fenomenal entrega de X-Men dirigida por Matthew Vaughn? La respuesta es igual de simple: Sí… y de qué manera.
Vale que Singer hizo «Sospechosos Habituales«, a la que el tiempo ha convertido, casi, en película de culto. Pero también dirigió la muy irregular primera trilogía de «X-Men«, esa aberración que es «Superman Returns» o «Jack El Caza gigantes«, un producto tan palomitero como infantil. Con este currículum un servidor temblaba ante la posibilidad de que el realizador neoyorkino no fuese capaz de mantener el gran nivel que consiguió Matthew Vaughn con la entrega del 2011 «X-Men: Primera Generación«
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| © Twentieth Century Fox |
Pero he aquí una gran noticia para todos: La nueva película de la franquicia de Marvel es, a todas luces, una de las mejores cintas de superhéroes de los últimos años. Diversión, acción y drama en su justa medida. La cinta utiliza acertadamente aquella fórmula que tantas han intentado en vano. «X-Men: Días del Futuro Pasado» es un despliegue abrumador de medios técnicos que aportan la grandeza visual a un guión solvente consolidado sobre un fenomenal reparto, casting que ya demostró ser un acierto en la entrega anterior.
La calidad de las películas de superhéroes de cómic o novelas gráficas es un acontecimiento cíclico. Un bucle que provoca que, muy de vez en cuando, podamos disfrutar de un largometraje que homenajea y siente amor verdadero por la historia que quiere contarnos. «Iron Man» de Jon Favreau, «Los Vengadores» de Josh Whedon o las dos últimas entregas de la franquicia «X-Men» son una muestra de esa veneración que es transformada en un gran producto cinematográfico.
«X-Men: Días del Futuro Pasado» tiene un buen número de virtudes que le han hecho merecer los halagos de la crítica especializada. Su coherencia argumental, alejada de los estándares del género (del malo) y del recurso fácil, es la imprescindible y sólida base que impulsa al filme durante todo su metraje. La elección del relato por parte de Simon Kinberg, guionista principal, es muy acertada y la clave era convertir esa importantísima ventaja en la fuente de la que habrían de beber el resto de aspectos de la película.
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| © Twentieth Century Fox |
El filme de Brian Singer se completa de manera muy efectiva gracias a un grupo de personajes afianzados en esta entrega que, además, confirma que el talento de los actores que interpretan a los diferentes roles eleva de manera significativa el atractivo y el carisma de todos y cada uno de ellos. Hugh Jackman y su «Lobezno«, que ha alcanzado ese punto en el que ya es casi imposible imaginarse a otro actor interpretando a un superhéroe, es el epicentro (una vez más) de toda una colección de mutantes a los que dan vida, maravillosamente, una arrebatadora Jennifer Lawrence (Mística), Michael Fassbender (Magneto), James McAvoy (Profesor X), o Ian McKellen y Patrick Stewart que interpretan a estos últimos en su versión madura. Sumados a estos aparecen en la película algunos mutantes nuevos que, como en el caso de Mercurio (Evan Peters), protagoniza una de las mejores escenas del largometraje. Una secuencia delirante y llena de creatividad que os dejará boquiabiertos.
Es por todo esto que la penúltima entrega de la saga mutante (porque ya está rodándose X-Men: Apocalypse) es todo lo «cool» que debería ser una película de superhéroes del siglo XXI sin olvidar los viejos y buenos valores sobre los que se han asentado aquellos clásicos, contemporáneos y no tanto, que convirtieron en eternas las mejores adaptaciones cinematográficas de los cómics de toda la vida.
Lo mejor: es una declaración de amor al cómic en toda regla.
Lo peor: cierta sensación de caos (¿y a quién le importa?)
Por Javier Gómez
@blogredrum
