Aunque ha vuelto a llover en San Sebastián las nubes han dejado pasar algunos rayos de sol que hacen presagiar que el tiempo acabará mejorando por la capital donostiarra. Sin embargo, el agua ocasional no ha evitado otro disfrutable día en el festival. La guinda a tan fructífera y maratoniana jornada la ha puesto Rodrigo Sorogoyen con Que Dios nos perdone, un excepcional thriller que, sin duda, será una de las referencias cinematográficas del año. El film del director de Stockholm sigue la senda de la brillante renovación del género dentro del cine español.
Por otro lado, también hemos visto en la Sección oficial Nocturama de Bertrand Bonello y The Giant de Johannes Nyholm. En ambos casos ninguna ha dejado indiferente puesto que se trata de dos «rarezas» nada fáciles de digerir. Bonello ha sido el encargado de aportar la dosis de obligada polémica festivalera con su film sobre los actos extremos de un grupo de jóvenes parisinos y la ambigüedad subyacente a cualquier tipo de conducta que emerge en sociedad. El director francés deja al espectador con la irremediable tarea de formarse un juicio moral propio ante la sucesión de imágenes inquietantes, incongruentes, a veces incluso inconexas que operan en el terreno del miedo y la incertidumbre real. Cierra la sección oficial en esta jornada The Giant (Jätten), primer largometraje de Johannes Nyholm, tras una larga trayectoria de cortometrajes de animación e imagen real que ya contenían parte del realismo mágico visto en el film a concurso: arriesgada apuesta capaz de conjugar drama social, cuento de hadas, discapacidad y humor negro con altas dosis de esperpento.
Isabel Huppert acapara la sección Perlas con dos largometrajes: L’avenir, el último trabajo de Mia Hansen-Love y Elle, lo nuevo de Paul Verhoeven. Esta última abarca el thriller, la comedia e incluso el erotismo fetichista, mezcla perfecta para desajustar la mirada de un público convencional que asuma que tras una tragedia siempre tiene que ir una lágrima.
Dentro de la misma sección hemos podido admirar el trabajo de un interesante conglomerado de artistas de la animación. En La tortuga roja, Michael Dudok de Wit e Isao Takahata (como productor artístico), despliegan todo su talento y experiencia para construir un cuento minimalista (y sin diálogos) sobre el sentido de la existencia, que se apoya en los sorprendentes e hipnóticos, aunque nada efectistas, recursos visuales. Una genialidad.
Otra de las grandes sorpresas del día se produce en la Sección Nuevos directores con el drama israelí Bar Bahar (In between). Acorde a la selección de los catorce films que compiten en esta categoría, Maysaloun Hamound nos lleva a Tel Aviv para contar la historia de tres jóvenes mujeres que comparten las restricciones propias de la sociedad en la que vive, una realidad asumida desde posturas vitales muy distintas con consecuencias similares, marca impuesta al género femenino.