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Recomendación de la Semana

Recomendación de la Semana: Las vacaciones del señor Hulot

Una estación de tren se ve asediada por una multitud de viajeros que, una y otra vez, van cambiando de andén. Desconcertados y en masa, suben y bajan las escaleras hasta llegar al punto exacto por el que pasará el tren que les lleve a sus destinos vacacionales, todo ello acompañado de los ininteligibles mensajes que se escuchan por megafonía. El caos se apodera de la pantalla y con él se dibuja la primera de muchas sonrisas que, inevitablemente, se escaparán al identificar el absurdo que subyace en estas imágenes, aquellas relacionadas con el estrés de las vacaciones de verano. Esta declaración de intenciones es el inicio de Las vacaciones del señor Hulot (Les vacances de M. Hulot, 1953) segundo largometraje del director, actor y cómico Jacques Tati en el que presenta al que será el personaje de sus próximas películas, el señor Hulot, (interpretado por el mismo Tati).

Durante los primeros minutos de metraje, un coche destartalado y ruidoso circula estorbando por la carretera. El señor Hulot viaja en coche peculiarizando el mismo recorrido que hacen los turistas que con él comparten destino vacacional: la playa.

Alto, desgarbado, con una ligera inclinación hacia delante, Hulot camina prefijando el rumbo antes de iniciarlo y sin mucho cuidado de por dónde camina. La presencia del señor Hulot es la clave sobre la que versa todo el film: irrumpe en la escena y sus movimientos desencadenan toda una serie de equívocos y tropiezos que afectan al resto de personajes. Son los movimientos del propio Hulot, involuntarios o incluso pasivos, los que configuran el caos que se va generando a su paso (inconsciente del gag que él mismo crea). Siguiendo la estela de los grandes del cine mudo (Chaplin, Keaton o el francés Max Linder), Jacques Tati crea un arquetipo donde la comicidad se basa en el juego de precisión de sus movimientos. La movilidad del personaje no solo le define sino que también configura la escena, un arte del movimiento que se traslada hasta la manera de encuadrar las escenas, desplazando el foco de atención de Hulot, motor de arranque, al resto del plano, desviando la mirada del personaje principal al resto de la escena.

Tati construye las situaciones cómicas en base a las expectativas del espectador, sin sorpresas ni subrayados. Una serie de elementos técnicos (encuadres, ritmo, sonidos) se definen en consonancia a la anticipación del gag, el cual va en aumento debido a la densidad del tiempo con que carga las imágenes (en su libro El gag visual, Manuel Garin establece este concepto para explicar cómo en los gags visuales el peso del tiempo incrementa la comicidad que subyace en las tres partes que los configura: la espera, la anticipación y la sorpresa).  El director francés crea un ritmo determinado a través de los sonidos, los cuales se convierten en recursos expresivos a la par que caricaturescos, que incluso marcan el tempo de la acción y duración de los gags (esa puerta en el restaurante, diapasón de las idas y venidas de un desconcertado camarero).

© Cady Films

© Cady Films

Esta sucesión de gags visuales fluye de una escena a otra dando unidad a un relato que se estructura al igual que el tiempo de vacaciones: con nuevas rutinas socialmente aceptadas y compartidas por todos los veraneantes. Tati se sirve de la comedia para satirizar un aspecto característico del mundo moderno y definitorio de las sociedades occidentales: el turismo de masas. Será en sus siguientes trabajos como Mi tío (Mon oncle, 1958) o Playtime (Playtime, 1967) donde continúe con esta crítica social pero atacando otros aspectos como el urbanismo, el diseño o el mundo laboral.

Más de medio siglo después, Las vacaciones del señor Hulot siguen contando con la complicidad de un público que mantiene y perpetúa rituales vacacionales y estrés veraniego. Llegados a este punto, la torpeza del señor Hulot que irrumpe de golpe dejando entrar una bocanada de aire que alborota toda la sala, es el contrapunto perfecto para endulzar el final de las vacaciones, porque la rutina siempre es más llevadera si se acompaña de una buena dosis de humor del bueno.

Por Cristina Aparicio
@Crisstiapa
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