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Cuando las tablas inspiran al cine

Hemos acabado por acostumbrarnos (no sin sufrimiento) a que los grandes estudios hagan saltar a la gran pantalla todo tipo de novelas, cómics, series o videojuegos. Y es que, la falta de ideas en Hollywood, ha llevado a las majors a recurrir a productos que han triunfado en otros ámbitos para hacer su particular versión cinematográfica. Sin embargo, queremos hablaros de otro tipo de adaptaciones que los estudios vienen haciendo desde hace décadas: las de obras de teatro. Estas son nuestras cinco recomendaciones:

Doce hombres sin piedad (12 Angry Men, 1957)

Casualmente, esta obra teatral se estrenó primero en la televisión antes de saltar a las tablas en un programa americano llamado Studio One (1955), algo parecido a lo que años más tarde llegaría a nuestro país de la mano de TVE. Tras su éxito teatral, Sydney Lumet dirigió la versión cinematográfica, que a la vez sería su opera prima, y que acabaría siendo una película imprescindible para todo amante del séptimo arte.

Con una interesante premisa, en la que doce miembros de un jurado deben juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre, uno intentará convencer al resto de la inocencia del joven. La cinta consigue atraparnos de principio a fin gracias a uno de los guiones más completos y mejor elaborados de la historia del cine, pero sobre todo a las magistrales interpretaciones de sus protagonistas, en especial la de un Henry Fonda en estado de gracia.

Sueños de un seductor (Play It Again, Sam, 1972)

Dirigida por Herbert Ross, la cinta adapta una obra de Woody Allen, estrenada en el Broadhurst Theatre de Nueva York en 1969 y curiosamente interpretada tanto en teatro como en cine por el propio Allen y Diane Keaton. Su título original es Play it again, Sam, en homenaje a la mítica frase de Casablanca (1942) y narra las desventuras amorosas de Allan Felix, un cinéfilo obsesivo y neurótico al que se le aparece Humphrey Bogart para darle consejos sobre cómo seducir y conquistar a las mujeres.

En esta largometraje Woody Allen nos muestra por primera vez todo lo que más adelante reconoceremos como parte de su característico sello. La hipocondría, las obsesiones y neurosis, habitual marca de la casa del autor, saldrán a relucir por primera vez en pantalla en este filme tremendamente recomendable y divertido, que abrirá el camino a futuras joyas como Annie Hall (1977) o Manhattan (1979).

Incendies (2010)

Basada en una obra de teatro de Wajdi Mouawad,  esta cinta de factura impecable es la película que puso el escaparate cinematográfico mundial al cada vez más aclamado (y solicitado) director canadiense Denis Villeneuve. El film nos narra con maestría la historia de dos hermanos gemelos que reciben un peculiar y doloroso encargo en forma de testamento: encontrar a su padre y a un hermano perdidos en el Líbano de los cuales no conocían su existencia. La película nos habla de la situación política del país, del odio religioso, pero sobre todo de la superación a través de los horrores de una guerra que el realizador nos muestra sin ningún tipo de tapujo y de manera brillante. No es de extrañar que la cinta amontonase premios y reconocimientos allá por donde pasase.

Un dios salvaje (Carnage, 2011)

Con la simple premisa de dos matrimonios que se reúnen para hablar de una pelea que han tenido sus hijos en el parque, arranca esta magnifica cinta dirigida por Roman Polanski basada en el multipremiado texto de la dramaturga Yasmina Reza. La historia, todo un vendaval de emociones, nos mostrará hasta donde son capaces de llegar la hipocresía, la envidia y el cinismo del ser humano de hoy en día.

El realizador polaco consigue construir un producto con vida propia tan redondo que no necesita de excusas para mantener durante más de una hora a cuatro personas hablando en una misma habitación, ya que siempre hay algo interesante que ver o que escuchar en pantalla, sobre todo gracias al magistral trabajo interpretativo de Kate Winslet, Jodie Foster, Christoph Waltz y John C. Reilly.

En la casa (Dans la maison, 2012)

Basada en el texto El chico de la última fila, del español Juan Mayorga, la película dirigida por François Ozon narra la historia de un profesor que descubre el talento para la escritura de uno de sus alumnos extrañamente obsesionado con la familia de uno de sus amigos, la cual irá relatando en una novela con ayuda de su docente. Ozon nos habla del proceso de construir un relato, del voyeurismo, pero sobre todo nos muestra las reflexiones sociales y psicológicas planteadas a través de sus personajes.

Gracias a un excelente guión plagado de recovecos, el realizador galo juega con el espectador y lo manipula, haciéndole preguntarse constantemente hacia donde le llevará la trama planteada inicialmente. En conclusión, En la casa resulta una película provocadora, compleja y altamente recomendable que se escapa de lo cotidiano.

Por David Areces
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