Emitido por Discovery Channel, Cazadores de mitos fue un programa de televisión que pretendía desmontar todo tipo de creencias populares y leyendas urbanas a partir de la experimentación científica. Explosiones de coches, trayectorias de disparos e incluso ciertas acrobacias en las persecuciones cuerpo a cuerpo, tan propias del cine de acción, fueron puestas en cuestión por un programa que, a pesar de la premisa, no cuestionaba la magia del cine.
Algo similar ha conseguido Michael Dowse con su último largometraje. Construida a partir de estereotipos del género, Stuber Express (Stuber, 2019) es una atípica buddy cop movie estilo años ochenta que subvierte cada uno de los elementos en los que podría sostenerse. Desde su apertura, Dowse asienta lo que será la esencia de todo el largometraje: una frenética persecución cuyo ingenio es la mejor respuesta a las comedias de acción del Hollywood más tópico. Así, los referentes cinéfilos son un hilo conductor que somete al juicio del espectador algunos de los más icónicos sucesos del cine de acción sin pretender desligarse de los parámetros del género. Esta fina línea por la que avanza la cinta, en definitiva, no es otra que la de cuestionar una masculinidad arcaica (y tóxica), gracias a un brillante guion repleto de comicidad que se permite cruzar las líneas de lo políticamente correcto o verosímil.
El humor físico pasa a un segundo plano, de forma que los gags visuales se apoyan, por lo general, en el intercambio verbal de sus protagonistas. Aunque la trama tenga un fuerte peso en el conjunto, dos elementos se perfilan como pilares fundamentales de la cinta: por un lado la química entre los personajes de Dave Bautista y Kumail Nanjiani, dos hombres antagónicos en su percepción vital; por otro, las localizaciones poco convencionales por donde van parando. El absurdo se impone sin perjuicio del tono que la película sabe mantener durante todo el metraje. El humor, funciona como un ejercicio de catarsis. Y así, Stuber Express se convierte en una demostración de que ciertos mitos masculinos carecen de fundamento, y su inconsistencia se puede combatir a través de la risa.
