“Un ladrón entró en casa hace tiempo. Pero se fue sin robarnos nada. Solo dejó sus huellas”.
Las historias del cine de Hong Sangsoo se construyen a partir de elementos comunes a toda su filmografía, dando como resultado un universo propio de entretiempos trascendentales y reminiscencias personales. Tras una larga trayectoria, es indiscutible la marca de estilo de este autor, con la que también aborda su último largometraje Ahora sí, antes no (Right Now, Wrong Then, 2015). “Cuando no sabes dónde vas, solo puedes confiar en tus sentidos, en tu intuición”, y es guiado por ella, lo que hace que el cine de Sangsoo sea un cine del comportamiento humano reconocible desde la familiaridad que refleja. Su obra está repleta de huellas que revelan la presencia de alguien que ya estuvo ahí, y que lejos de apropiarse del mundo que representa, trastoca la esencia de la realidad en la que se asienta, siempre desde una libertad creativa que se respira en cada plano y en cada personaje.
No hay repetición en el cine de Sangsoo, pero sí variaciones que se traducen en continuidad: frío que hiela las conversaciones a pie de calle, fumadores nerviosos en la puerta de los restaurantes, amigos reunidos entorno a una mesa atestada de botellas de soju, y un encuentro casual. En este reconocido escenario Ham Chunsu, un director de cine, viaja a otra ciudad para dar una clase y proyectar su película, y mientras pasea se encuentra con Heejung, una joven pintora con la que pasará el resto del día. Es en ese momento de impasse de la vida de estos personajes donde el director coloca su cámara, a distancia, y desde ahí registra unas escenas que se planifican desde la naturalidad de sus conversaciones, de sus movimientos. Sangsoo coreografía las escenas sin desplazar la cámara desde su punto de apoyo, y será a partir de los zoom y de los reencuadres, dejándose llevar por lo que sucede ante la cámara, de lo que se sirva para ahondar en las distintas situaciones en las que, repetidamente, se encuentra esta pareja, sin interferir en la intensidad de la escena.
En el momento en que el espectador se reconoce en un camino por el que ya ha transitado, las expectativas del relato colisionan con el anómalo orden temporal de las películas de este director coreano. No existe lógica, porque las pequeñas variaciones en el comportamiento humano carecen de racionalidad, son fruto de la impulsividad, la inercia o incluso de la casualidad. Ahora sí, antes no, compone el díptico de toda posibilidad existente de una misma situación, a la que poder aproximarse desde distintos encuadres, o captando aquellos detalles que se quedaron en el olvido por no dotarlos de la suficiente importancia en un momento dado.
Aproximarse al cine de Sangsoo es como bucear por el mar de los recuerdos, aquellos que se encuentran en lo más profundo de la memoria y que afloran sin orden ni sentido, y, una vez que asoman, se van encajando en la historia de una vida incompleta, imperfecta e inequívoca. Sus personajes aprenden por ensayo y error, y del tanteo se deriva una angustia existencial que requiere de la huida hacia otros universos, como el que nos plantea el director. Quizá no sea casual que, dentro de su filmografía, exista una conexión tan grande con el mundo del cine, perfecto lugar para maniobras de escapismo. Al protagonista de este film le dicen que “viendo tus películas me di cuenta de que la vida no era tan mala como creía”. Y tras ver Ahora sí, antes no, ¿acaso no parece todo mucho más hermoso?
Lo mejor: la capacidad de Sangsoo de jugar con la temporalidad y sutileza de cada instante.
Lo peor: que no conectará con aquellos para los que sea imposible renunciar a la lógica.
Por Cristina Aparicio
@Crisstiapa
