El daño que puede hacer un buen tráiler. No es este un caso extremo de buena promoción y horrible película, sin embargo, el anuncio del film de Patxi Amezcua ponía el listón muy alto. Una publicidad más que aceptable para un largometraje con buenas intenciones pero fallido en parte de su planteamiento, precipitado y demasiado autocondescendiente.
Ricardo Darín juega con sus críos mientras se prepara para llevarlos al colegio. En el trayecto de casa al portal, donde los pequeños aprovechan para soltar la inacabable adrenalina infantil dándole al juego de quien llega antes por las escaleras, el personaje de Darín pierde de vista a los niños. A partir de este momento, acompañado de su exmujer y madre de los desaparecidos, Darín comenzará una carrera contrareloj para encontrar a sus hijos.
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Quiero comenzar la crítica por su reparto. Ricardo Darín es de sobra conocido por su simpatía, su cariño por nuestro país y por ser uno de los mejores actores argentinos de su generación. Un intérprete contrastado, que nos ofrece lo mejor de sí mismo en cada película que rueda, sea comedia o drama. Se adapta a cualquier género con profesionalidad absoluta y «Séptimo» no es una excepción. Pero hablemos ahora de Belén Rueda ¿Quién es Belén Rueda? ¿Quién es responsable de que esta mujer quiera o pueda hacer cine? No acabo de entenderlo, me parece una de las peores actrices del panorama cinematográfico actual y su evolución es nula. Esta actriz lee cada uno de los párrafos que interpreta, adolece de toda naturalidad y, en el género dramático, muestra aun más todas las carencias que tiene. «El Orfanato«, «Los Ojos de Julia» o «El Cuerpo«, hubiesen sido mejores películas si se hubiese elegido otra actriz. El abanico de talentos femeninos es tremendamente amplio y aprovechable, incluso en el peligroso rango de edad en el que se encuentra Rueda.
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Una vez dicho esto, hablaremos con más tacto sobre un argumento interesante, una proposición que aceptamos de buen grado durante la primera media hora de metraje. Una exposición vigorosa y ágil que introduce al espectador en una trama que goza de cierta lucidez pero que, muy desafortunadamente, irá perdiendo fuelle según pasan los minutos. Para contar en una hora y media un drama de esta índole hay que ser muy habilidoso y Patxi Amezcua, director y guionista, peca de falta de experiencia e incapacidad para dotar los giros de esta intriga de una base sólida. Al final, todo es poco creíble y precipitado por lo que, en la recta final, el desenlace se atropella a sí mismo. Cuando uno se levanta de la butaca, se va con la sensación de no haber visto nada valorable durante la proyección y, aun siendo injusto, nos olvidamos de cualquier detalle provechoso que pudiese tener la cinta de Amezcua.
Una buena idea, una atractiva puesta en escena y un Ricardo Darín que destaca son las mejores virtudes de un filme que pasará sin hacer mucho ruido por nuestra cartelera y es que el resultado final es algo vulgar. Un intento de nobles miras fallido en su resultado que, sin embargo, no condena a su director, seguramente, capaz de cosas mucho mejores.
Por Javier Gómez
