Hay novelas tan icónicas que intentar llevarlas al cine supone un auténtico ejercicio de autoestima por parte de aquel que se embarca en un proyecto tan ambicioso como lleno de riesgos. Una de esas novelas, sin duda, es La carretera (The Road, 2006), del afamado y prestigioso escritor Cormac McCarthy (Providence, USA, 1933). La novela, ganadora del premio Pulitzer en el 2007, supuso una auténtica revolución en las letras norteamericanas aupando a McCarthy como uno de los mejores escritores norteamericanos de los últimos tiempos. El libro, que cuenta la historia de supervivencia de un padre y un hijo, pronto se convirtió en casi una biblia para miles de lectores, por lo que su adaptación suponía un verdadero desafío.
Entre esos lectores se encontraba la que les escribe, así que cuando oí hablar de su adaptación al cine no pude evitar cierto escepticismo. ¿Qué pensaba hacer Hollywood con esta joya desoladora?. ¿Se quedaría en la superficie, llevando a la pantalla un espectáculo apocalíptico con muchos efectos para compensar una historia contenida, reflexiva y con muy poca acción y personajes o se arriesgaría a atravesar el paisaje de una historia cruda que se revela como un relato conmovedor sobre un padre determinado a salvar a su hijo, y con él, a la humanidad entera?
Sea como fuere, las obras de McCarthy no eran ajenas al cine. Dos de sus libros contaban con adaptaciones cinematográficas, en concreto, Todos los caballos bellos (All The Pretty Horses, 2000), dirigida por Billy Bob Thornton y No es país para viejos (No country for old men, 2007), dirigida por los Hermanos Coen que, además de convencer a crítica y público, consiguieron que Javier Bardem se alzase con el Oscar al mejor actor de reparto. Por tanto, era posible llevar el peculiar universo de McCarthy al cine, pero ¿sería posible con La carretera?. En mi opinión, la película consigue con creces este objetivo.
La película, dirigida por John Hillcoat (Queensland, Australia, 1961), director australiano que ya había adquirido cierta relevancia con su anterior película La propuesta (The preposition, 2005), se estrenó en el Festival de Venecia del año 2009 con críticas favorables aunque no unánimes. Paradójicamente y por poner un pero, quizá es su propia y estricta fidelidad al libro donde reside una cierta falta de ambición en ir más allá, notándose un excesivo respeto a la novela. Pese a todo, quizá ahí resida el éxito de una adaptación cinematográfica exitosa: respetar la esencia, hacer suya la historia. Al final, aunque Hillcoat no arriesgue sí consigue introducirnos, con una mirada conmovedora y lúcida, en una historia íntima de supervivencia, historia de amor profundo y de esperanza en medio de la oscuridad más absoluta.
Gracias a un guión absolutamente fiel a la novela de Joe Penhall (con algunas licencias mínimas, como profundizar mediante flashbacks en el personaje de la madre del chico, interpretada por Charlize Theron en la película), a la soberbia fotografía del español Javier Aguirresarobe, que consigue reflejar e incluso aumentar esa atmósfera gélida y sin vida que el libro posee, donde todo, y hasta los rostros de los protagonistas, es pura ceniza, y a las actuaciones de Viggo Mortensen y Kodi Smit-McPhe que son «el hombre y el chico» y que llevan todo el peso de la película (salvo fugaces cameos de Robert Duvall y Guy Pearce), la película consigue cumplir con su cometido: arrastrarnos a ese mundo hostil y desolador. La mirada aterrorizada y llena de amor de Mortensen refleja una angustia que no muestra al hijo, revelando su interpretación como un sólido trabajo verdaderamente conmovedor, contenido, y que ya no sorprende en el actor estadounidense pero sí en un intérprete tan joven como Smit-McPhe, la verdadera revelación de la película. Ambos, envueltos en una química sorprendente, mantienen una tensión emocional que no decae en los 112 minutos que dura la película.
¿Es de verdad? ¿El fuego?
Sí
¿Dónde está?. Yo no sé dónde está el fuego.
Sí que lo sabes. Está en tu interior. Siempre ha estado ahí. Yo lo veo.
También destacable es la música, responsabilidad de Warren Ellis y Nick Cave (suya también es la banda sonora de La proposición, la película anterior de su amigo y colaborador John Hillcoat). Se trata de una partitura que acompaña a esos personajes acentuando, de forma delicada, la desolación implícita en la narración.
En resumen, La carretera es una muy buena película y sobre todo una adaptación muy fiel a la novela del mismo nombre, que consigue lo más difícil: trasladar esa atmósfera terrible e inhumana de la obra maestra de McCarthy.