La figura de Martin Luther King, hombre clave en la lucha por los derechos de los negros en Estados Unidos, tiene muchos matices, frases y anécdotas en una vida dedicada en cuerpo y alma a demostrar que todos los ciudadanos deben ser igualmente tratados. Aquello le costó la vida, pero su legado es historia que todos deberíamos conocer y, en muchos sentidos, poner en práctica.
La interesantísima película de la realizadora Ava DuVernay, a la que habrá que seguir de cerca, nos relata los hechos acaecidos en Selma, aquel pueblo del sur norteamericano donde dio comienzo la famosa marcha hasta Montgomery en 1965. Gracias a la lucha de King y su gente el presidente de los EEUU en aquel momento, Lyndon B. Johnson, aprobó la ley que otorgaba el derecho de votar a las personas de color.
DuVernay construye una crónica perfecta en su composición, no excesivamente larga y bien estructurada, que relata lo sucedido por aquellos días con admirable clarividencia y una loable objetividad, aspecto tan importante en cuestiones de esta naturaleza. No se pretende en ningún momento realizar un biopic con los estándares tan manidos ya en Hollywood, sino que se le da relevancia a una etapa concreta de la vida de Luther King, que es, única y exclusivamente, de lo que vamos a disfrutar en la pantalla. Este planteamiento tan acertado da fruto a un largometraje que logra seducir a un espectador cansado de biografías al uso, que agradecerá la apropiadísima propuesta cinematográfica de DuVernay.
Con un uso excelente de la narrativa, la directora de Los Ángeles, presenta al carismático líder sin atisbo de manipulación. En este instante, hace aparición otro de los enormes aciertos de Selma: David Oyelowo. El actor británico se desafía a sí mismo y consigue una de las grandes interpretaciones de la temporada. Su papel como Luther King es un trabajo muy poderoso que contagia su entusiasmo y que le hace a uno disfrutar en la butaca. Oyelowo se convierte en el Doctor King y nos traslada magistralmente algunas de sus virtudes como carismático e incansable líder, gracias a una interpretación tan sobria y reposada en algunos momentos, como enérgica y necesariamente vigorosa en otros.
Además, Selma está llena de secundarios que llenan la pantalla y que ayudan inestimablemente a que el filme sea una de las grandes alegrías del año de cine. Oprah Winfrey (esta mujer vale para todo), Carmen Ejogo, Tom Wilkinson como presidente Johnson o Giovanni Ribisi, entre muchos otros, son parte esencial de una película magnífica. Selma resulta ser también una producción que no descuida su diseño de vestuario y localizaciones acabando por ser nominada al Oscar con toda la razón, alzándose definitivamente con la estatuilla a la mejor canción gracias a un emocionantísimo tema llamado Glory, compuesto por el cantante de R&B John Legend.
Lo mejor: la poderosa interpretación de David Oyelowo.
Lo peor: que Hollywood se empeñe en no rodar así muchas biografías.
Por Javier Gómez.
@blogredrum