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Lore Pérez

Recomendación de la semana: Antes de que el diablo sepa que has muerto.

Cuatro veces candidato al Oscar como director (y una más como guionista), Sidney Lumet ha sido uno de los cineastas más prolíficos y respetados del siglo XX. El director de la aclamada 12 hombres sin piedad, con la que debutó en 1957 (menudo debut) falleció hace cuatro años y se despidió del mundo del cine tras 50 años de carrera, con esta estupenda película negra en la que demostraba que la edad no había hecho mella en su talento como director de actores y como uno de los más grandes narradores del cine. Y en esta peli se luce con una historia cuidada al detalle y unos actores que como es habitual en ellos están soberbios, Philipp Seymour Hoffman, Ethan Hawke y Albert Finney.

Dos hermanos de clase acomodada pasan por situaciones financieras muy complicadas. Andy, a quien da vida el fallecido Seymour Hoffman, es un ejecutivo adicto a la heroína que vive a cuerpo de rey con su mujer florero (Marisa Tomey). Hawke interpreta a Hank el hermano pequeño cuyo sueldo prácticamente desaparece al tener que pagar la pensión a su ex mujer y su pequeña. Así, Andy le propone a Hank atracar la joyería de sus padres, interpretados por Finney y Rosemary Harris. Un golpe limpio, rápido, sin violencia. Ellos se llevarán las joyas y el seguro pagará a sus padres por el robo. Pero nada sale como los hermanos esperan y la vida de estos caminará por unos oscuros derroteros en los que descubrirán que nunca se conoce suficientemente bien a alguien.

La película es excelente por dos motivos principalmente. Uno de ellos es el guión y el otro los actores. El guión, nada nuevo por cierto, se va desenvolviendo poco a poco, como por capas, a fuego lento, mostrando la historia que cuenta desde distintos puntos de vista, los de sus protagonistas, y a medida que avanza vamos descubriendo como los actos de unos influyen en los de los otros y por qué ciertas situaciones se acaban produciendo. Y cada vez que descubrimos una nueva capa nos damos cuenta de que la tragedia está más y más cerca. Y por eso engancha tanto, porque encaja todo a la perfección y Lumet sabe rodar con calma cuando necesitamos entender el dolor, la decepción , la comprensión de la traición… y con fuerza y energía cuando la situación lo requiere. Y esto hace que desde el sofá empatices totalmente con los personajes. A pesar de su mezquindad, de sus puñaladas, de sus mentiras… cuando la situación les lleva al límite entiendes la angustia y el dolor que viven y sientes pena, porque la historia no puede ser más retorcida.

Y el otro punto estrella son los actores. La peli perdería un montón de puntos si alguno de ellos no formase parte de ella porque al final lo importante no es el atraco, sino la relación que existe entre los tres protagonistas ya mencionados. No es fácil describir los perfiles psicológicos de unos personajes tan mezquinos y miserables, y no puede ser nada fácil interpretarlos. Todos los sentimientos y emociones que viven los protagonistas de este triángulo son tan poderosos y tan fuertes, que no pueden dejar indiferente a nadie.

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Lumet no podía haber escogido mejor cinta para despedir una carrera de más de 50 años en los que ha hecho de todo convirtiéndose en uno más de los clásicos. Marca el ritmo como nadie y demuestra que lo suyo es profundizar en el ser humano, en lo más profundo que llevamos dentro, en los peores y los mejores instintos que tenemos, y todas sus películas son ejemplo de ello. Además de ésta son excepcionales Network y por supuesto 12 hombres sin piedad. Pero de esas dos hablamos otro día.

Por Lore Pérez.
@Peneaa

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