Un cura (Donald Pleasance), último custodio de un secreto terrible relacionado con el demonio, acude pidiendo ayuda a un profesor de universidad (Victor Wong) para que le ayude a comprender y descifrar los secretos de una misteriosa urna escondida en el sótano de una vieja iglesia. Para llevar a cabo su cometido, el profesor Howard Birack se servirá de un grupo de estudiantes de doctorado en varias disciplinas. En el transcurso de la investigación, la sustáncia que contiene la urna empieza a despertarse y a servirse de los mendigos de la zona, invocando el mal a su alrededor y poseyendo a los estudiantes.
Después del fracaso en taquilla de Golpe en la Pequeña China (1986) John Carpenter perdió el favor de los grandes estudios y decidió, voluntariamente, seguir su propia senda. No es que hubiera tenido otra opción en realidad. El estreno de La Cosa (1982) chocó de frente con la moda de los alienígenas buenos, y mas concretamente con E.T. de Spielberg. Su particular relectura del cine de magia y artes marciales de Hong Kong, y mas concretamente, del cine de Tsui Hark, a pesar de convertirse en un film de culto, no hizo mas que confirmar los límites de su cine. Carpenter era demasiado incomodo, demasiado inquisitivo y crítico con la sociedad de consumo a la par que demasiado fiel a su propia visión del cine.
Así pues, su primer film independiente después de su experiencia en Hollywood, sería una visión apocalíptica, parapsicológica y científica del demonio. Se apoyaría en este caso, en una fórmula que ya había explorado con anterioridad, extraída del cine de su director de westerns favorito, Howard Hawks. Me refiero al encierro, la última resistencia y último frente capaz de dar batalla a una amenaza exterior. En Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976) la amenaza es un grupo de delincuentes, en La Cosa (1982) un alienígena cambiante y en El Príncipe de las Tinieblas (1987) una urna que contiene a el mismísimo demonio, transfigurado en un líquido verde. En La Cosa y El Príncipe de las Tinieblas son un grupo de científicos los encargados de evitar que el mal tome forma y se apodere de la humanidad.
El Príncipe de las Tinieblas opta por dar una visión atípica del mal, mas cercana al horror cósmico de H.P Lovecraft. El cine sobrenatural de Carpenter se apoya poderosamente en el espíritu de las obras del escritor de Providence, y años mas tarde, con el film En la boca del miedo (1994) cerraría esta particular visión del horror cósmico con la mas Lovecraftiana de sus películas hasta la fecha. Este mal que se apodera y mimetiza a quien alcanza en La Cosa y que convierte en esclavo del mal en El Príncipe de las Tinieblas, y que en esta última, debilita y esclaviza la mente de los mendigos (interesante cameo de Alice Cooper) que cercan la iglesia donde se encuentra el líquido maligno.
El conjunto de estos elementos hacen de El Príncipe de las Tinieblas un film hipnótico, claustrofóbico, inquietante y transgresor. A su vez, permanece como uno de los filmes mas redondos de la filmografía de Carpenter y una de las películas mas icónicas de su director.
Lo mejor: una atmósfera brillante que es el resultado de todo aquello que funcionó en sus filmes previos. Desde el ambiente fantasmagórico de La Niebla hasta la paranoia de La Cosa. Puro deleite.
Lo peor: las emisiones al subconsciente del futuro, un cabo suelto intencionadamente. En realidad, un elemento habitual del cine de Carpenter es dejar algo para que el espectador especule.
Por Gerard Gomila