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Lore Pérez

RdS: Testigo de Cargo, de Billy Wilder.

Partimos de la base de que Billy Wilder es Dios, ¿de acuerdo? The very best. Así que consideramos que todas sus películas son obras maestras, las hacía como churros. Lo mismo da que sea una comedia romántica como El apartamento, que un dramón como Días sin huella o El crepúsculo de los dioses, que cine negro como Perdición… Trató todos los géneros (quizás dejó de lado el cine de acción, pero no hacía falta) y lo hizo dándoles su peculiar y cínico estilo tanto en la forma como en el fondo. Y Testigo de cargo (1957), es otro ejemplo de excelente cine, en este caso un drama judicial, el único de su prolífica carrera. Bueno, y ahora en serio, aquellos que no consideren a Billy Wilder el mejor cineasta de todos los tiempos, también deberían ver esta película.

Del argumento poco se puede desvelar. Está basado en una novela de la gran Agatha Christie (que por cierto quedó encantada con el filme). Un abogado con problemas de salud (Charles Laughton) se hace cargo de un caso de asesinato, un joven apuesto (Tyrone Power), es acusado de haber asesinado a una adinerada viuda y sólo el testimonio de su esposa (Marlene Dietrich) podría ayudarle a evitar la cárcel. Lo dejamos ahí porque sino os la estropeo. La historia es original y eso es siempre una gran baza, pero la magistral dirección es la que nos mantiene pegados al televisor desde el minuto uno. El ritmo al que avanza la trama, intercalando flashbacks, aportando nuevos datos, no decae en ningún momento. Avanza sin que sobre ni un minuto del metraje. Y la intriga crece y crece hasta que se resuelve la historia aproximadamente dos minutos antes de que se acabe la peli. Los diálogos, por supuesto, son hilarantes, divertidos, brillantes y con un punto cínico que es evidentemente el toque Wilder. Pero lo mejor de la película son sus personajes y sus actores.

En 1957 Marlene Dietrich se dedicaba especialmente a la canción, pero cuando le propusieron protagonizar este filme aceptó con una condición, que Billy Wilder fuese el director (habían trabajado ya en Berlín Occidente). Wilder aceptó y buscó a otros dos actores: Tyrone Power (Sangre y arena, Chicago) y uno de los grandes entre los grandes, Charles Laughton (Espartaco, Salomé, La vida privada de Enrique VIII). El rodaje se mantuvo casi en secreto y al prestreno del filme sólo acudió la familia real británica, tras haber prometido no desvelar el final… Laughton es Testigo de cargo. Da vida a un brillante abogado que se pasa el día enzarzado con su enfermera (Elena Lanchester, en la vida real su esposa) y sobre él recae toda la película. Su constante juego con el monóculo, sus pastillitas, su mala leche, su mirada… Creó un personaje complicado, profundo, malhumorado, cínico y a la vez entrañable. Tyrone Power y Marlene Dietrich realizan también un papel estupendo, pero se ven completamente eclipsados por esta estrella de la interpretación. Algunos como Hitchcock decían que era imposible trabajar con él. Otros como Wilder, Jean Renoir, Robert Siodmak, Otto Preminger y el mismísimo Ernst Lubitsch le consideraban de lo mejorcito de la interpretación. Sea como sea es uno de los principales motivos por los cuales hay que ver esta película sí o sí. Bueno, por eso, y por otras cosillas más que ni yo ni la familia real británica podemos decir.

Y atención, vía Youtube, la peli completa, aquí:

Por Lore Pérez

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