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Javier G. Godoy

RdS: Lugares Comunes

Que a uno, así de repente, lo separen forzosamente de la profesión que ha tenido siempre, que ha desarrollado con pasión y vocación absolutas, debe ser muy duro. Cuando tu país cae en picado y sufres en primera persona las consecuencias de ese mal económico cuya inercia te arrastra sin que puedas hacer nada y en un momento de tu vida en el que la edad va a hacer el trabajo que resta para que tu futuro sea aun más oscuro, debe ser desgarradoramente desesperanzador.

Pues bien, Adolfo Aristarain explora en esta maravillosa película esos momentos siguientes a la desastrosa noticia. Primero el vacío, luego la luz y en medio esa gente que sufre casi igual que el protagonista, un majestuoso Federico Luppi.

Qué fácil es construir un relato tan sencillo y a la vez tan profundo y conmovedor cuando el casting de tu película es absolutamente brillante. Este punto fuerte del filme, construye a su alrededor un relato de una ternura sublime, ya que cuenta la adaptación de este profesor de universidad arrancado de su quehacer diario a una nueva vida llena de dudas y de miedos, ya que encontrar un nuevo puesto es una tarea ardua en la Argentina del «corralito».

Aquí, todo es naturalidad, porque Luppi, Mercedes Sampietro y Arturo Puig, tienen una química total. Mención especial, aparte del ya piropeado Luppi, a una inmensa Mercedes Sampietro cuyo trabajo fue reconocido con un Goya y el premio a la mejor actriz en el festival de Cine de San Sebastián. Sencíllamente magnífica.

Tras la jubilación forzosa del personaje de Luppi, se desarrollaran unos acontecimientos que parecen previsibles pero que acaban por no serlo en absoluto, a los cuales asistiremos mientras este viejo profesor nos introduce, con una cálida voz en off, en cada una de las emocionantes secuencias. Todas ellas están llenas de creatividad más literaria que cinematográfica consiguiendo conquistar a crítica y público en 2002, cuyo momento de gloria fue la entrega, también, del Goya y el premio en Donosti al mejor guión adaptado (la novela es de Federico Aristarain)

Una película de enorme sensibilidad y romanticismo con tintes de épica intimista, ya que no se trata de una historia grandilocuente de esas que a veces tenemos que sufrir en la cartelera y que hará las delicias de los más sentimentales pero que también conseguirá conmover a los más duros. Preciosa.

Por Javier Gómez.

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