¿Cómo decidir cuándo una mentira es buena? The Farewell (2019) se centra en hacernos pensar en las respuestas a esta y a muchas más preguntas. Basada en la propia experiencia de Lulu Wang, su directora, la película trata de una familia china que se reúne tras más de dos décadas separados para despedir a la abuela, a quien han detectado un cáncer de pulmón terminal. No obstante, y siguiendo las tradiciones orientales fuertemente arraigadas en la familia, deciden no contarle nada sobre la enfermedad a la abuela, como forma de llevar por ella “la carga emocional” que supone. El pretexto de la reunión familiar es la boda (un tanto dudosa y precipitada) del nieto con su novia japonesa. Este evento actúa como catalizador de comedia, equilibrando la tristeza reprimida por la cercana pérdida de la abuela con el surrealismo desternillante que supone organizar la dichosa boda en poco tiempo. Si bien la historia parece centrarse en el personaje de Billi (Awkwafina), joven nieta que vuelve a China tras toda una vida viviendo en Estados Unidos, cada uno de los personajes secundarios tiene su momento de gloria.
La paciencia, el detallismo y el cariño con que la película muestra escenas costumbristas de la familia reunida a la mesa nos hace sentir intrusos/as a la vez que cómplices del engaño. Es mediante las conversaciones en torno a deliciosos platos de comida como vamos conociendo las relaciones de cada personaje, su psique y los sentimientos que dejan ver y cuales ocultan. A la manera de Como agua para chocolate (1992).
El personaje de la abuelita Nai Nai (Shuzhen Zhao) es inolvidable. Como si hubieran juntado todas las típicas costumbres ya no de una abuela, sino de LA ABUELA. Tenemos un desfile de los mejores consejos y refranes que solo las abuelas en su infinita sabiduría conocen, aderezados con sus grandes éxitos: “¿cuándo te echas novio?”, “come más”, “toma este dinero”. ¡Qué fácil es quererla y pensar en nuestras propias abuelas reflejadas en sus escenas!.
¿Es correcto y justo mantener el secreto? The Farewell no lo deja claro. Lo que sí sabemos es que es una película conmovedora y divertida y que traspasa fronteras. Sus momentos de grandísima sensibilidad están justificados y bien preparados, sin caer en el drama exagerado. Además, aborda una extensa lista de temas diferentes, como la experiencia de los inmigrantes, el conflicto intergeneracional, la pugna entre la modernidad individualista y la tradición familiar, cómo afrontar la pérdida del ser querido o la incertidumbre de la juventud actual. Y por supuesto… supone una oda a las “mentirijillas” piadosas. Como la vida misma.
Su final acaricia el corazón con dulce y dolorosa ternura, porque probablemente consiga transportar a los/as espectadores/as a sus propios recuerdos infantiles, en los que tener a la abuela al lado era algo cotidiano y no una ausencia recordada con infinita añoranza.
