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Javier G. Godoy

RdS: De Óxido y Hueso

Llevaba un tiempo queriendo recomendar una de las mejores películas del pasado 2012 y una de las grandes de la fenomenal cosecha francesa de los últimos tiempos. Se trata de la película del gran director Jacques Audiard «Dé Óxido y Hueso«, un relato sobre el amor, la superación y las dificultades sociales, que mezcla el drama y el romance para conseguir una de las grandes historias del año.

La crítica aplaudió el filme de Audiard y las nominaciones para el Globo de Oro, los BAFTA y los Goya, entre otros, sirvieron para lanzarla definitivamente al panorama internacional y destacarla como uno de los grandes eventos cinematográficos del circuito menos comercial. En Cannes continuó con su dinámica triunfal.

Que Jacques Audiard presente otra nueva creación ya es por sí solo un evento a tener en cuenta. El director francés es uno de esos talentos europeos que no dejan indiferente a nadie con cada una de sus películas. Desde que en 1994 dirigiese «Mira a los Hombres Caer«, el cineasta no ha parado de realizar auténticas joyas que alcanzaron su punto álgido con «Un Profeta«, una película colosal que ganó el Premio del Jurado en Cannes y que, de no ser por la argentina «El Secreto de sus Ojos«, se hubiese hecho con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Pero centrémonos en esa maravilla que es «De Óxido y Hueso«.

Marion Cotillard y Matthias Schoenaerts, un desconocido para el gran público , protagonizan este drama que nos traslada a Antibes, localidad francesa situada en la región Provenza – Alpes – Costa Azul. Hasta allí se desplazará Ali, el personaje que interpreta Schoenaerts, para comenzar una nueva vida junto a su hijo, del que se acaba de hacer cargo. Allí conocera a Stèphanie (Cotillard), una domadora de orcas que trabaja en un acuario.

Fácil y sencilla sinopsis que, en realidad, esconde una historia de amor poco convencional que, pese a relatar un romance en apariencia frío y deshumanizado, es incontrolablemente conmovedora y heróica. Las interpretaciones de Cotillard y Schoenaerts son tan verosímiles que transportan al filme al punto exacto donde quiere llegar Audiard, su director. El tour de force de ambos actores es uno de los puntos fuertes de una película demoledora que da una vuelta de tuerca a la temática romántica en ambientes en mayor o medida marginales, por lo novedoso del argumento en su primera mitad y por el diseño de los dos personajes principales, verdadero imán del largometraje.

Algunas voces rechazaron la presencia de algunos clichés del género que aparecen sobretodo en la segunda parte del filme, cosa que puede ser cierta, pero pongo en duda que estos tópicos no se sucedan en la vida real. Puede achacársele a la película un final relativamente fácil por estar por debajo del alto nivel del resto del metraje, pero es una cuestión discutible porque otra manera de finalizar esta historia podría haberla acercado a las obsesiones por el fatalismo de otros directores. No es necesario el pesimismo exacerbado para añadir grandeza a una película.

Bien por Audiard y bien por la bella Cotillard y Schoenaerts. Bien por «De Óxido y Hueso«, uno de los tesoros cinematográficos del pasado año.

Por Javier Gómez

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