Bar Bahar, ópera prima de la directora Maysaloun Hamoud, es la apertura de una ventana más al mundo de las mujeres para acercarse a las vidas de tres mujeres palestinas, que viven en Tel Aviv, con posturas vitales muy distintas desde las que afrontar las restricciones sociales del país en el que viven. Multitud de cintas abren, constantemente, ventanas a este espacio simbólico y opresor en el que viven las mujeres mostrando una misma realidad en puntos muy dispares del planeta. Fátima (Philippe Faucon, 2015), Masaan (Neeraj Ghaywan, 2015), La estación de las mujeres (Leena Yadav, 2015) o Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015) son algunos de los últimos ejemplos que llegaron a las pantallas poniendo de relieve, sobre todo, la universalidad de la situación y el alcance intermundos del mismo.
Uno de los mayores problemas del cine a la hora de asomarse al mundo árabe es el reduccionismo que lleva implícita tal etiqueta, ya que se aplica a más de una veintena de países (200 millones de personas), donde las costumbres, creencias, normas y estilos de vida difieren sustancialmente unos de otros. No exenta de tal reduccionismo se encuentra la representación de la mujer árabe en pantalla, y es aquí donde películas como Ba Bahar ofrece una ruptura de los estereotipos perpetuados por el cine al conferir a sus personajes femeninos una vida privada propia, un mundo interior rico y un protagonismo que se aleja del rol de consortes de los personajes masculinos.
A caballo entre el tradicionalismo y la modernidad, las tres mujeres protagonistas encarnan tres situaciones distintas dentro de una sociedad que busca el progreso sin perder su identidad. La juventud, la naturalidad, la necesidad de libertad y realización son las características que comparten estas tres mujeres que se distancian, tan solo, en la medida en que abracen la tradición de la sociedad en la que viven. La lucha de estas tres mujeres (lucha a veces impuesta y no elegida) por hacer prevalecer su libertad por encima de la tradición imperante va en caminada a desestabilizar el status quo de la sociedad patriarcal (he aquí el punto encuentro de todos estos relatos), y para ello se hace fundamental la solidaridad femenina, clave del film y de todos los movimientos feministas.
Maysaloun Hamoud construye un relato que respira realismo y naturalidad. La asfixia que la identidad de género confiere a las mujeres dentro de esta sociedad concreta adquiere un alcance universal de fácil identificación capaz de traspasar esas fronteras intermundos que pueblan las pantallas. Una imagen congelada cierra la cinta y con ella toda una apelación al espectador: es imposible esquivar la mirada.
Por Cristina Aparicio
@Crisstiapa
