Cada año la misma historia. Siempre la misma cantinela. La semana antes de Año Nuevo, el resumen de lo mejor de los 365 días que se nos van. Cuando llega el Mundial, lo mejor y lo peor de los españoles en el torneo. Cuando se muere un Papa, retrospectiva de sus viajes…Pues llegan los Oscar, y toca que hablemos de “momentos embarazosos en la Academia” (Academy’s pregnant moments).
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Más dura será la caída: Jennifer Lawrence casi se deja los dientes el año pasado |
Discursos muy largos (la actriz Greer Garson estuvo 7 minutos acordándose de su familia, exactamente igual que el resto del público), discursos muy cortos (William Holden se explayó con un lacónico “Thank you”), presentaciones con gracia (busquen cualquier momento de Ben Stiller) y presentaciones con menos gracia que un huérfano cantando fados (busquen cualquier momento de Steve Martin). De todo ha habido en las 85 ediciones que se han llevado a cabo con la dorada estatuilla como starring.
▶ Sin ánimo de ejercer de misógino, ¿se han dado cuenta de que las mujeres sobre actúan cuando ganan un Oscar? Los balbuceantes e interminables agradecimientos de la Paltrow, la muy artificial e incómoda risa de Julia Roberts, los caretos de Meryl Streep cada vez que pierde uno (que es prácticamente todos los años), o el piñazo de Jennifer Lawrence en la última edición.
Moraleja: El hecho de llorar te salva de tener que decir algo inteligente, pero no de parecerlo. Que se lo digan a Elena de Borbón en la apertura de Barcelona 92.
▶ Los machotes de Hollywood tampoco es que cumplan siempre con el decoro y la emoción justa a la hora de ser galardonados. Desde el conato de agresión sexual de Adrien Brody a Halle Berry, pasando por el meestoypasandodegracioso de Almodovar, o el saltimbanqui de Roberto Benigni. Sin contar, claro, con el gran momento de la historia de un actor recogiendo un premio. Señores, si eres Jack Palance, sí puedes hacerlo:
Moraleja: el ridículo es el mismo, pero el que no te la juegues con el vestido favorece a los hombres.
▶ Jack Palance. One more time. Aún mejor que el anterior. Por encima del bien y del mal, hacienda honor a la leyenda negra del Hollywood dorado. Con la compostura de la gelatina en el avión de Lost, y metiendo la pata en cada comentario, Jack volvió a ser el protagonista de la noche. Casi nadie se cree aún que en esa tarjeta estuviese grabado en letras de oro el nombre de Marisa Tomei.
Moraleja: Nunca improvises cuando llevas unas copas de más. A no ser que tengas un público agradecido.
▶ Los presentadores no siempre están a la altura de la noche más importante del cine mundial. Hay clásicos como Steve Martin que apenas han dejado poso, novatos que arrasan (Hugh Jackman, un truhan, un señor), experimentos que hubiera sido mejor no regar en marihuana, pero sobre todo están Billy Cristal y Whoppi Goldberg.
Moraleja: nunca lo harás mejor que Richard Pryor. Mientras, disfrázate.
▶ Y si viajamos atrás en el tiempo, cuando no solo los nerds llevaban trajes con chorreras, recordamos uno de los episodios más sonados en la historia de los Premios de la Academia. Un activista por los derechos de los homosexuales consiguió correr desnudo (en USA les conocen como “streaker”) en directo, justo cuando el flemático David Niven se disponía a entregar uno de los premios. La capacidad de improvisación del galán inglés, no tiene precio (“Es fascinante pensar que probablemente, la única carcajada que ese hombre ha arrancado en su vida ha sido mostrándonos sus pequeñeces”).
Moraleja: no permitas que un tío en pelotas te joda una buena escena.
Ha habido, y habrá, muchos y más grandes momentos embarazosos en los ochentaypico años de historia del cabezón dorado. Cada uno tiene los suyos, y algunos no están registrados siquiera. Y es que entra los fastos y los oropeles, siempre hay sitio para nuestra ridícula humanidad.
Por J.M.C.
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