Martin Scorsese por El irlandés
A favor: Este cronista del crimen es el responsable de la creación del imaginario que el cine ha consolidado sobre la mafia, gracias a una filmografía que ha sabido ahondar en cada uno de sus entresijos. Es en este espacio donde Scorsese sabe desenvolverse con soltura, con una impecable puesta en escena esta vez más aséptica y contenida (formal y narrativamente). Un ambicioso recorrido que tiene sus mejores bazas en un reparto, ya incondicional del director, cómodo en la encarnación de este tipo de papeles.
En contra: Varios aspectos juegan en contra de esta producción de Netflix entre los que se encuentra su falta de reconocimiento en la temporada de premios, el impacto del CGI en la interpretación de los actores o la excesiva duración del metraje (que parece responder más a una desgana que a una decisión creativa).
Sam Mendes por 1917
A favor: A diferencia del ambicioso y vacuo ejercicio de estilo que Christopher Nolan ofreció en Dunkerque (Dunkirk, 2017) Mendes demuestra un virtuosismo técnico al servicio de una más que profunda emoción humana. Así, la angustia existencial (física y filosófica) es la principal protagonista de un plano secuencia que constriñe a y asfixia a un hombre cuya huida hacia delante (ingenuo ejercicio de resistencia) no le permite escapar de las barbaries de la guerra.
En contra: Poco parece tener en contra este director ya galardonado. Quizá su peor baza se encuentre en competir con cineastas de la talla de Scorsese o Tarantino, quienes pueden ser juzgados desde sus trayectorias y no tanto por sus presentes trabajos.

Bong Joon-ho por Parásitos
A favor: A pesar de su larga trayectoria, Bong Joon-ho ha cautivado a público, industria y crítica con su último largometraje, una sátira social que transita el terror, la comedia y el drama con fluidez y precisión. Una deslumbrante puesta en escena y una compleja concepción del espacio a favor de las relaciones de clase hacen de este trabajo uno de los más elaborados y sofisticados del año.
En contra: Puede que para la Academia, seis nominaciones sean suficientes para reconocer el trabajo de este cineasta, con más posibilidades de alzarse con el Oscar al mejor guion original.

Todd Phillips por Joker
A favor: Hay una cierta grandiosidad en Joker que se desprende de la minuciosa composición con que de Todd Phillips conjuga los elementos visuales y sonoros de los que dispone. El resultado: una cinta de atmósfera terrorífica, triste, algo patética e incluso tierna, un ejercicio de estilo que trasciende (y necesita, eso también) la interpretación de un soberbio Joaquin Phoenix.
En contra: Phillips ha quedado ensombrecido por su protagonista, factor que le va a costar el reconocimiento que se merece. Además, ya queda lejos en el tiempo el estreno de esta impecable película que tiene también en contra su pertenecía al mundo superheroico.

Quentin Tarantino por Érase una vez en… Hollywood
A favor: Tarantino irrumpe de lleno en el mítico Hollywood para explosionarlo por dentro, y hacerlo sin faltarle al respeto, sin desmerecer sus virtudes. De nuevo, la contradicción, la subversión y el inconformismo son las armas de que dispone este consolidado cineasta en esta despiadada e ingeniosa ficción, un relato que parte de la realidad para transformarla en un rocambolesco y ácido cuento.
En contra: Aunque no ha perdido sus señas de identidad (quizá más bien al contrario, la cinta evidencia la sofisticación y madurez de este cineasta), hay quienes consideran poco arriesgado este último trabajo, al alejarse de esa violencia descarnada y excesiva que caracteriza su cine. Lo que podría entenderse como una virtud puede ser lo que le distancie de alzarse con la estatuilla en una Academia conservadora que no digiere este tipo de evoluciones.

