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Oscar 2019: Mejor fotografía

Cold war (Zimna wojna), de Lukasz Zal

A favor: Lukasz Zal ya demostró que era capaz de emparejar su trabajo a la perfección con la potente visión de Pawlikowski en su anterior trabajo conjunto, la fantástica Ida (2013), sin embargo, el reto en Cold War era aún mayor: diferentes localizaciones, cultura y estaciones del año quedan perfectamente reflejadas gracias a una fotografía que vuelve a apostar por la narración a través de encuadres exquisitos plasmados en un magnífico formato académico. Un trabajo delicado, de gran dificultad, que acompaña perfectamente a la dirección y el montaje de un drama elíptico donde todo debe funcionar con el mayor detalle para no abandonar al espectador a su suerte. No desvariamos si hablamos de este director de fotografía como uno de los más metódicos y perfeccionistas que puede haber en el cine europeo actual.

En contra: Es sorprendente, pero parece que los académicos habitualmente consideran que las películas europeas reciben suficiente galardón con ser nominadas en categorías técnicas. Considerando además que su paleta de grises debe competir con la de Cuarón (un titán en esta edición), percibimos una clara desventaja en factores políticos, que se incrementa al detallar la instrumentación más rudimentaria del polaco frente a la potente ingeniería del mexicano.

Roma, de Alfonso Cuarón

A favor: Si al hecho de ser la gran favorita en esta categoría -al igual que en muchas otras- le sumamos la certeza de haber recogido ya al menos cinco importantes galardones por su cinematografía (BAFTA o premios de asociaciones de críticos, entre otros), podemos concluir que Roma será sin duda la gran vencedora. Siendo sinceros, no es para menos: el trabajo que el mexicano ha realizado en la cinta demuestra su disposición como artista cinematográfico absoluto al tomar la batuta en prácticamente cada campo técnico que aplica a la película. Su decisión de prescindir de la labor de un habitual como el maestro Lubezki (colaborador habitual) no es más que una exposición de su aprendizaje junto a él en sus anteriores cintas. La composición fotográfica del film es un conjunto de aciertos que no tiene fin: desde la escasa saturación del blanco y negro, hasta la utilización de espacios interiores sobre los que rotar la cámara, pasando por la grandiosa profundidad de campo de sus lentes en exteriores gracias a la cual es capaz de contar multitud de circunstancias en una única escena, o los juegos de contraposición de capas con las que añadir valor a la narración. Sencillamente magistral.

En contra: La plasticidad de La favorita puede dar una sorpresa en esta categoría. También podría jugar en su contra la aparente adecuación a la narración en todo momento y la “sencilla” fluidez que esto genera en pantalla, donde el valor de los aspectos técnicos de esta categoría no siempre puede apreciarse a simple vista al no destacar radicalmente, fundiéndose con el resto de componentes. Algo sumamente complejo, también por ello a veces transparente.

La favorita (The Favourite), de Robbie Ryan

A favor: El factor sorpresa de su arriesgada apuesta cinematográfica: Robbie Ryan es un virtuoso del oficio, casi un camaleón capaz de adaptarse a cualquier medio o producción, que viene de trabajar con el realismo de Ken Loach o Andrea Arnold, a la vez que desarrollaba spots comerciales o videos musicales, para conglomerar su variopinta experiencia en un único trabajo. En La favorita ha tomado decisiones estilísticas que nos recuerdan al tedioso trabajo de John Alcott bajo los mandos de Kubrick en la colosal Barry Lyndon. La iluminación natural cobra un protagonismo inherente a la obra, sin embargo, se desmarca de la imagen más clásica jugando con objetivos de grades ángulos, ojos de pez o barridos panorámicos que añaden al conjunto un valor adicional en la representación de los personajes y el espacio habitado. Con todo, la película consigue en lo cinematográfico un aspecto de clásico re-estilizado por la cultura pop muy distraído, altamente disfrutable y digno de alabanza.

En contra: Es una merecidísima nominación, pero todo indica que el peso de Cuarón volverá a caer sobre este título. Si eso no fuera suficiente, la rareza formal que plantea la película podría ser entendida como una osadía por muchos, quienes preferirán otras obras más ceñidas a la habitual disposición de elementos.

La sombra del pasado (Werk ohne Autor), de Caleb Deschanel

A favor: Tan sólo algunos afortunados han podido disfrutar de los pre-estrenos de esta cinta en España, y por desgracia, ese no es nuestro caso. A pesar de ello, conocemos el estilo que sigue la carrera de Deschanel por otros títulos que ya le han valido seis nominaciones en la categoría, entre ellas por El patriota (The Patriot, 2000) o La pasión de Cristo (The Passion of the Christ, 2004). Sus trabajos destacan por dejar que la exposición a la naturaleza en los exteriores cobre especial importancia en la composición de la imagen, mientras la iluminación e interpretación de espacios es relevante en los interiores. El cinematógrafo americano cuida especialmente los detalles, siendo realmente pulcro en la ejecución, normalmente sin espacio para la extravagancia o la experimentación.

En contra: Su nominación ha sido recibida más como un reconocimiento al compatriota que vuelve a trabajar en una gran obra y cuyo trabajo resulta reseñable, que como un título con opciones reales. Seguramente sea la última opción en todas las quinielas.

Ha nacido una estrella (A Star is Born), de Matthew Libatique

A favor: Un director de fotografía con una carrera polifacética cuyo debut generó un especial revuelo gracias a ayudar a que Pi: fe en el caos (Pi, 1998) de Darren Aronofsky fuera aún más frenética. Desde entonces ha pasado por comedias románticas, películas de superhéroes o thrillers, siendo un habitual del director de Cisne negro (Black Swan, 2009), hasta ahora, su obra más laureada. En esta ocasión el trabajo de Bradley Cooper requería intimidad, cercanía y carisma emocional, algo que Libatique ha conseguido gracias a inmiscuirse en el escaso espacio que quedaba entre los protagonistas con cámaras ligeras, steadycam, planos muy extensos y primerísimos planos. El trabajo destaca por su naturalidad sostenida también por una paleta de colores que acompaña el arco de los personajes, pero queda lejos de otras cintas con su firma.

En contra: Sin duda, es resulta sumamente inferior en comparación al resto de trabajos nominados. También en comparación a algunas de sus obras anteriores, sobre todo sus colaboraciones con Darren Aronofsky. Sería una locura que Matthew Libatique se llevara el gato al agua, aunque consideramos que es un director de fotografía que sigue explotando su potencial en cada trabajo.

Por Carlos Durango
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