Denis Villeneuve por La Llegada
A favor: Villeneuve, quien destaca por una peculiar creación de atmósferas cautivadoras, pone al servicio de su puesta en escena todos los elementos de una narración que, sutilmente, fluyen hasta dotar a todo el relato de una belleza poética capaz de cuestionar la naturaleza humana a partir de la confrontación alienígena.
En contra: no son muchos los cineastas galardonados por una cinta de ciencia ficción. A pesar de los logros técnicos, qué sí suele reconocer la Academia, sorprendería que se alzara con la estatuilla a pesar del hallazgo cinematográfico conseguido con La Llegada.
Mel Gibson por Hasta el último hombre
A favor: único oscarizado de los candidatos a mejor director, el australiano tiene sus mejores bazas en la autocomplacencia de la Academia que tiende a dejarse obnubilar por las historias de patriotismo heroico basadas en hechos reales (aquí, además, con el añadido de focalizar la mirada en el personaje antibelicista de una cinta bélica)
En contra: si bien la historia resulta conmovedora en origen (imposible desmerecer la vida de este particular soldado), Gibson somete toda la narración al encumbramiento de su protagonista: la fuerza del relato se diluye al forzar (y subrayar) situaciones y diálogos que solo buscan la admiración.
Damien Chazelle por La La Land
A favor: con Whiplash quedaba demostrada la capacidad de este joven cineasta para componer un relato donde la forma responde a la premisa que subyace en el fondo del film: la arrolladora ambición personal como autodestrucción emocional. En la misma línea argumental, Chazelle apuesta por la versión cuento de hadas/musical clásico hollywoodiense, orquestando los distintos elementos de la narración con precisión y firmeza para enamorar al público de la idea misma del amor.
En contra: dada la multitud de premios que ha ido recolectando, las 14 nominaciones y la inexistente indiferencia que ha suscitado la cinta, su juventud y lo poco dada que es la Academia a premiar este tipo de trabajos son los únicos (remotos e improbables) obstáculos de Chazelle en su camino hacia el Oscar.
Barry Jenkins por Moonlight
A favor: sería injusto resaltar el argumento de favoritismo racial como evidencia de las posibilidades de Jenkins de alzarse con la estatuilla. Moonlight ofrece un testimonio íntimo y desolador desde la sutileza, la belleza de una puesta en escena donde la ausencia de diálogos se equilibra con la fuerza de unas imágenes capaces de evocar la frustración emocional de su protagonista.
En contra: estructurada en tres partes, la decisión de segmentar el film en tres momentos evolutivos de su protagonista lleva a valorar cada uno por separado, lo que termina por perjudicar al conjunto. Hallazgos formales aparte, nada nuevo que premiar.
Kenneth Lonergan por Manchester frente al mar
A favor: todas y cada una de las decisiones del realizador para componer Manchester frente al mar se encaminan a desbordar desde la contención, a iluminar desde la sobriedad, a la grandiosidad desde la austeridad. Lonergan tiene a su favor el indiscutible mérito de haber logrado un film cuya esencia es cine puro: una película que no podría ser otra cosa.
En contra: competir el año del embrujo La La Land.