«Era un hombre extraordinario, qué importa lo que digan los demás?», reflexiona Marlene Dietrich, en Sed de Mal una de las grandes obras del genio Orson Welles. Esas palabras podrían referirse perfectamente a Welles, un hombre polémico con una filmografía escasa pero magistral que no contó con el beneplácito de la industria hollywoodiense pero que así y todo se hizo un hueco en el mundo del cine en la época en la que reinaban Wilder, Hitchcock, Mankiewicz, Lang, Huston, Ford, Preminger, Hawks, Wyler… Welles es una de las figuras más importantes de la historia del cine, y sus obras aparecen siempre en las listas de las mejores películas de siempre. El 6 de mayo se cumplen 100 años de su nacimiento y desde Redrum queremos aprovechar la fecha para recordar la figura de este genio creativo y transformador.
Pocos autores han hecho tanto con una filmografía tan escasa. Tan solo 12 películas acabadas y muchos otros proyectos a medias. Teatro, radio, cine, documentales… Welles tocó todos los palos posibles y lo hizo con auténtica maestría, con un estilo rompedor y disruptivo que utilizaba todos los recursos disponibles hasta el momento demostrando el talento natural con el que nació y que lo convirtió en un niño prodigio que a los 19 años ya montaba obras de Shakespeare en Broadway.
A los 23 años entró en la historia aterrorizando a los EE.UU. con su versión radiofónica de La guerra de los mundos. Al día siguiente el suceso estaba en la portada de los principales diarios. Tuvo que dar una rueda de prensa para disculparse. «Otras personas hicieron lo mismo en otros países y acabaron en la cárcel. A mi me ofrecieron un contrato en Hollywood«. Y así fue. No tenía 25 años y la RKO le ofreció un contrato para rodar dos películas con absoluta libertad… algo bastante llamativo en la época de los estudios, y más aún cuando Welles oficialmente no había rodado ninguna película.
Pero Welles además de tener un talento natural para el arte, era un hombre extraordinariamente inteligente y para su primer proyecto supo rodearse de los mejores. Contó con Mankiewicz para ayudarle con el guión, con Bernard Herrmann para la música y con el director de fotografía Gregg Toland. Cuenta Welles que cuando le ofreció el trabajo al gran Toland y éste aceptó, se sorprendió y le preguntó, “¿por qué un veterano como usted quiere trabajar con un novato como yo?”, Toland era lo más de lo más en aquel momento y le contestó: “Sólo se aprende algo cuando se trabaja con alguien que no tiene la menor idea”. Y aunque Welles no había dirigido ningún largometraje, había aprendido mucho viendo al menos 40 veces una de las obras maestras de Ford, La Diligencia. Así que con ese equipazo Welles se puso manos a la obra. Y no hizo una película, hizo LA PELÍCULA: Ciudadano Kane, el título que siempre aparece entre las mejores películas de la historia.
Ciudadano Kane, narra la historia de Charles Foster Kane, un magnate del periodismo, propietario de una gran cadena de periódicos, emisoras y coleccionista de arte que fallece solo en su castillo pronunciando una misteriosa última palabra: Rosebud, el leitmotiv de la peli. Toda la acción transcurre en torno a la investigación que hace la prensa para descubrir el significado de esta palabra. Y para ello repasan su vida entrevistando a las personas que le conocieron de cerca. La historia es casi lo de menos. Welles modifica algunos conceptos ya tradicionales del lenguaje cinematográfico, rompe con la estructura narrativa clásica, con la idea de la banda sonora tradicional e introduce elementos poco vistos como la profundidad de foco en la que Toland era un experto, los contrapicados, etc. Welles protagoniza, dirige, produce y escribe (junto a Mankiewicz).
Ciudadano Kane fue un éxito rotundo de crítica, pero no de público. Y es que no había cumplido 26 años y ya había conseguido un enemigo Todopoderoso. Charles Foster Kane, el prota de su primera película al que el mismo Welles interpretaba, estaba inspirado en la vida del magnate de la comunicación William R. Hearst, fundador del Imperio Hearst. El periodista no sale bien parado en la peli e intentó por todos los medios posibles, que eran muchos, boicotearla, y en su día lo consiguió. Los periódicos de Hearst no publicaban nada sobre Welles ni sobre la cinta, las emisoras de radio no podían hacerlo tampoco y además la peli no se pudo estrenar en los grandes cines de las ciudades, condenandola a exhibirse sólo en circuitos cinematográficos menores. Además Hearst intentó acabar con la carrera de Welles, y en la noche del estreno de Ciudadano Kane envió a la habitación del joven director a una prostituta menor de edad y a uno de sus fotógrafos para captar una escandalosa instantánea. Welles recibió un soplo y evitó la situación, pero no consiguió que su película fuese un éxito de público y los estudios nunca más le dieron libertad absoluta para crear. «Me molesta haber disfrutado de esa libertad sólo una vez en la vida y no volver a hacerlo jamás como lo hice con Ciudadano Kane», decía en una de sus últimas entrevistas.

Sergei Bondarchuk y Orson Welles en la premiere en Sarajevo de Battle of Neretva el 29 Noviembre de 1969.
La película también protagonizada por Welles le convirtió en una figura imprescindible y sus trabajos han sido homenajeados e inspiradores de cientos de películas y de los más grandes cineastas actuales, desde Woody Allen a Martin Scorsese. Y eso que Hollywood no le trataba especialmente bien, «siempre me ha encantado Hollywood, es una pena que el sentimiento no haya sido mútuo», bromeaba.
Tras Ciudadano Kane rodó su segunda película, El cuarto mandamiento, con Anne Baxter y su gran amigo Joseph Cotten como protagonistas, sin embargo en esta ocasión la RKO cortó gran parte del metraje y la peli no fue rodada al gusto de su director, que durante el rodaje tuvo que viajar a Brasil para rodar allí un documental sobre Río. Más de cien horas de material y el inicio de la reinvención del documental. De paso consolida el concepto de “cine de autor”, los trabajos de Welles no se clasificaban por género, eran trabajos de Welles.
Y con el tiempo se han convertido en obras de culto, experimentos arriesgados que ponen en evidencia la mente despierta, visionaria y adelantada a su tiempo de Welles. No se puede repasar la historia del cine, sobre todo del cine negro, sin hablar de El Extranjero, La dama de Shanghai o la fantástica Sed de Mal, dirigidas e interpretadas por Welles. Mención aparte para otra obra soberbia, Mr. Arkadin, que tuvo cinco versiones con actores diferentes en función del país para el que se hacía, las estrellas de sus respectivos países. Sí, también tenía visión comercial.
Y no nos podemos olvidar de la eterna inspiración de Welles, Shakespeare, un genio para otro genio. En una ocasión comentó: “si el texto no es de Shakespeare, intento hacerlo yo”. Y comenzó a hacerlo cuando era un jovencito y lo adaptaba al teatro. Y continuó haciéndolo en plena madurez creativa con Macbeth y Otelo.
Más adelante rodó películas en Europa entre las que hay que destacar Fraude, El Proceso y Campanadas a medianoche, con una épica batalla rodada en la Casa de Campo de Madrid con decenas de extras y en una sola jornada. Deberían tomar nota los que dicen que hacen cine de acción.
Y a pesar de toooodas estas excelentes películas Welles se pasó la vida luchando por conseguir dinero para hacer cine, de ahí que tenga más títulos como actor que como director. Hollywood nunca fue amable con él, a los académicos no les gustan todos los genios. Tan solo obtuvo un Oscar por el guión de Ciudadano Kane, y el honorífico, que sinceramente se lo podían haber ahorrado. Siempre en litigios económicos con la industria, al final, cuentan, parece ser que estos problemas le provocaron un infarto del que falleció hace 30 años a la edad de 70 cuando aún le quedaban muchos proyectos por rodar. De hecho, el último, The other side of the Wind, está aún por verse. Se conservan más de 1.000 bobinas de esta película y una pequeña productora ha conseguido los permisos para editarla y estrenarla. El proyecto se frenó en su día por problemas económicos. Narraba la historia de un gran director venido a menos que regresa a Hollywood para un último trabajo. ¿Autobiográfico? Lo mismo da, lo importante es que en el centenario de su nacimiento el Ciudadano Welles nos regala una última película. Gracias, gracias, gracias.
Por Lore Pérez.
@Peneaa
