Aterriza en las carteleras de nuestro país «Noé«, la adaptación de la épica bíblica sobre la construcción del Arca que hubo de cobijar a todas las criaturas de la Tierra antes de que el mosquéo de Dios, en forma de diluvio, arrasara toda vida posible.
El inteligente director de Brooklyn Darren Aronofski, dirige un filme que, sin ser la película definitiva sobre pasajes del Libro de Libros, se convierte en una aventura que gustará a seguidores de las sagradas escrituras y a los que no lo son. «Noé» es una producción de dimensiones colosales que sorprende por su elaborado planteamiento, por su fidelidad a lo escrito y por la capacidad de Aronofski de crear imágenes de gran impacto y fuerza visual, sin duda la mayor de las virtudes de un director con un talento arrollador.
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La película está protagonizada acertádamente por Russell Crowe, Jennifer Connelly y Emma Watson. El actor australiano vuelve a interpretar su personaje con la potencia a la que nos tiene acostumbrados. Su Noé es un héroe cuya misión querrá llevar hasta las últimas consecuencias, por lo que nadie mejor que él para mostrar esa determinación y punto de locura gracias a un físico y expresividad muy contundentes. En cuanto a Connelly y Watson, ambas desempeñan sus roles a la perfección, la veteranía de la primera y la energía de la segunda consiguen que sus trabajos estén a la altura en todos los tramos del filme. Más testimonial es la presencia de los otros tres hijos de Noé y Naama, Sem, Cam y Jafet, interpretados por los jóvenes Logan Lerman, Douglas Booth y Leo McHugh Carroll, que tampoco desafinan. El villano es Ray Winstone (Infiltrados) y Matusalén es Anthony Hopkins, a estas alturas ya experto en papeles de este tipo. Muy buen casting.
Dicho esto, «Noé» tiene muchas cosas buenas. Con las virtudes de su reparto y su director, se construye un relato con toda la grandeza que requiere algo tan majestuoso. Uno de los pasajes que La Biblia refleja con mayor fastuosidad no debía dejarse arrastrar por esa corriente facilona de la que muchas superproducciones abusan, esto es, excesivos efectos digitales, poco cuidado del pequeño detalle, inclinación por el estereotipo… El filme de Darren Aronofski procura no ser vulgar sin restar un ápice de la propuesta épica que se le quiere dar y, casi en su totalidad, consigue el objetivo.
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Y digo casi porque «Noé» goza de una fenomenal primera parte. Descriptiva, muy sugerente y cautivadora (gracias también a la hipnótica música de Clint Mansell) Llevada con el pulso firme de un director que tiene en «El Luchador» y «Cisne Negro» sus mejores trabajos y que, en la primera hora de la cinta, saca a relucir su talento y su habilidad con la puesta en escena. Sin embargo, el último tramo, tras el diluvio, se convierte en una película de menos peso específico y da la sensación de que su guión entra en un cuello de botella que provoca cierta sensación de cansancio al espectador. El filme se vuelve algo tedioso porque la narración es, justo en ese momento, un relato que pierde parte de interés y, por tanto, más torpe y complicado de rodar.
«Noé» es un acontecimiento cinematográfico que merece ser visionado en pantalla grande, pero que adolece de alguno de los ingredientes que sitúan ciertas películas en lo más alto y las diferencian de la mayoría de las de su género. El filme de Aronofoski es una adaptación muy digna y no falta de cualidades de esa historia universal sobre Noé y su Arca, pero no va más allá a pesar de las buenas intenciones.
Lo Mejor: La primera mitad, que capta el interés a base de talento narrativo.
Lo Peor: La parte final y el poco carisma del «malo» de la película.
Por Javier Gómez