El thriller parece ser el género bandera del cine español, no sólo por la cantidad de producciones que se están llevando a cabo, sino por la calidad que se está alcanzando en ciertos productos. Films como Tarde para la ira (2016), Que dios nos perdone (2016) o La isla mínima (2014) son una buena muestra de la calidad y la salud del thriller patrio. Además, todas tienen algo en común: un buen guion original. Estos trabajos aprovechan la particularidad española para ofrecernos una visión y unas tramas que funcionan como un engranaje y, a la vez, nos ofrecen una muestra fresca y personal del género.
Por su parte, el empeño de adaptar exitosas series literarias (para aprovechar el tirón y asegurarse un buen número de entradas vendidas) ha dado varios ejemplos de thriller fallidos que pierden exactamente la frescura y la visceral realidad de los filmes anteriormente mencionados: El guardián invisible (2017) o El alquimista impaciente (2002) son muestra de ello. Ahora, la adaptación de La niebla y la doncella de Lorenzo Silva, la tercera de las nueve novelas de la pareja de guardias civiles Bevilaqua y Chamorro (una especie de Kenzie y Gennaro, protagonistas de varias novelas de Dennis Lehane, ibéricos) trasladada a la pantalla por Andrés Koppel, tiene más que ver con este último grupo de trabajos de lo que sus creadores hubiesen deseado.
Los guardias civiles Bevilaqua (Quim Gutierrez) y Chamorro (Aura Garrido) llegan a la isla de La Gomera para intentar desenmarañar un asesinato ocurrido tres años atrás, y cuyo único sospechoso, un político local, ha sido absuelto. Según avanzan sus investigaciones se encuentran con un mar de medias verdades y de historias silenciadas.
Con un buen arranque, con gran cantidad de medios a su disposición, y con la isla como un personaje más, el director Koppel demuestra buen majeno de todo lo relacionado con el procedimiento policial trasladando la veracidad a las solventes interpretaciones, que logran desligarse del tópico y el arquetipo (¡Ay! esas frases del lenguaje técnico policial dichas con excesiva gravedad que quedan tan impostadas). Toda la primera parte del film funciona, el avance de la investigación, los pequeños descubrimientos, etc. Es, precisamente, cuando el guión se adentra en las historias personales y en las relaciones, donde el film empieza a diluirse y perderse. Situaciones incluidas con calzador, falsos giros y conflictos engañosos, hacen del tramo final un desbarajuste que se resuelve porque sí, mediante explicaciones excesivamente argumentadas en lugar de utilizar el guion de forma coherente con la puesta en escena y la narrativa mostradas hasta el momento. De haber sido así, el desenlace hubiese tenido muchos más matices y, en consecuencia, habría hecho mucho más rico el resultado final.
Por todo esto, lo que podía haber sido una buena oportunidad para comenzar una serie sobre esta pareja de guardias civiles, vuelve a tropezar con la misma piedra; lo que en un libro puede suponer un buen número de páginas, en un guion sólido ha de sintetizarse y, a pesar de los giros y las sorpresas, resolver la trama con claridad y concreción. Esto, en La niebla y la doncella, no se da.
Lo mejor: el elenco actoral.
Lo peor: el tramo final, punto en el que el film se desinfla y pierde mucho de lo conseguido.
Por Javier Gadea
@javiergadea74
