Juan Antonio Bayona, que arrasó en medio planeta con Lo imposible, película de gran valor técnico pero de dudosa capacidad para emocionar sin recurrir a cierta manipulación, aparece de nuevo en el panorama cinematográfico con Un monstruo viene a verme, la historia de Connor (sorprendente Lewis MacDougall), un niño de 12 años cuya madre (Felicity Jones) padece un cáncer terminal. Con la ayuda de un gigante, intentará superar los miedos que inundan su día a día, más difícil si cabe con la llegada de su intransigente abuela (Sigourney Weaver).
Es llamativo que, la figura del amenazador y mitológico gigante, haya sido recurrente estos últimos años. A la incursión de Bayona, debemos sumar el protagonismo de esta figura en films como The Giant (Jätten, 2016), Mi amigo el gigante (The BFG, 2016) o El gigante de hierro (The Iron Giant, 1999), este último más alejado en el tiempo. El punto en común de estas películas era que el ser, en su aterradora inmensidad, no tenía malas intenciones. Todo lo contrario. En Un monstruo viene a verme (A Monster Calls, 2016), Liam Neeson pone voz a un coloso surgido de la estructura más profunda de un árbol especial, tremendamente significativo. Su irrupción en la vida de Connor, necesaria y llena de verdades irrefutables, junto a la arrebatadora personalidad con la que le dota su diseño conceptual, son uno de los puntos fuertes del nuevo y esperado trabajo de Bayona, tan aparatoso como sincero, tan espectacular como emotivo. El chico listo de la clase se rodea de un equipo de ensueño para pulir ciertos defectos de antaño y, aunque no consigue dar a luz una película perfecta, logra equilibrar un trabajo que bien podría haber resultado irritantemente lacrimógeno. Lo que en Lo imposible resultó un descarado abuso, aquí se convierte en mejores decisiones; Bayona construye un relato con las proporciones justas de sentimentalismo, entretenimiento y emoción.
Es posible que, la del director barcelonés, haya sido la mejor manera de dar forma a la fantástica novela de Patrick Ness. Un monstruo viene a verme es, tanto en su versión original como en su adaptación al cine, un apasionante tratamiento sobre el duelo en todas sus fases, sobre la pérdida de la inocencia y la aceptación del yo y sus circunstancias. Es, quizá, la demostración casi empírica de una verdad universal: todos necesitaríamos a ese gigante, aunque sepamos de antemano que nunca aparecerá. Para hacerlo realidad, Bayona en la dirección, Ness en el guión, Oscar Faura en la fotografía y un imponente Fernando Velazquez con la batuta, han formado un equipo inmejorable que da forma a un relato dramático pero esperanzador. Y, aunque no todos son buenas noticias en la nueva película de J.A Bayona, que de nuevo se propone conmover al personal mediante la ampulosidad casi extrema, el uso ligeramente abusivo de la banda sonora, o alargando algunas escenas dramáticas más de lo necesario, es justo reconocer al director como un talento en ciernes. Una rareza en nuestra cinematografía que, por qué no, podríamos catalogar como el alumno patrio aventajado de Hollywood, intentando dejar a un lado las connotaciones negativas que el calificativo pueda traer consigo en determinadas ocasiones.
Al concluir, Un monstruo viene a verme resulta un producto muy disfrutable, un film para toda la familia, de factura impecable y no exento de una útil lección de vida. Un trabajo con el que Bayona y su crew rompen barreras, deshacen prejuicios, al igual que Connor, solo frente a un mundo en apariencia hostil, ese horrible lugar que, un buen día, verá ponerse del revés a manos de un arrebatador gigante, una fuerza de la naturaleza que pasará a formar parte de los grandes personajes de los últimos años.
Lo mejor: el gigante, imponente, carismático e inolvidable.
Lo peor: la innecesaria pomposidad de algunas escenas.