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Minari: Existieron otros 80

La nostalgia de los 80 no solo toma forma de videojuego en 8 bits, música con sintetizadores, vaqueros nevados y hombreras rocambolescas que desafiaban el espacio vital. La penúltima década del siglo XX también fue una sucesión de crisis económicas, un avispero de terrorismo internacional, y un desgaste del comunismo que dejó a Estados Unidos como único protagonista del panorama político, económico, y, casi, cultural. La llegada de migrantes a Norteamérica, una constante desde hace más de 400 años, que no tiene visos de terminar, chocó frontalmente con el espíritu cada más agrio y descreído de una población que había enlazado la guerra de Vietnam, con la nefasta gestión de Nixon, y la llegada ultraliberal de un Reagan que ya comenzaba a dar síntomas de fatiga intelectual.

Minari (2020), estrenada recientemente, y una de las candidatas a los Oscar más relevantes de este año, se sitúa en este lugar de la historia: una familia de coreanos, que han trabajado hasta casi la extenuación, juntan el dinero suficiente para invertir en su “sueño americano”, una granja con productos típicos de su país, aprovechando la masiva llegada de compatriotas. Sin embargo, pronto descubrimos que esta ambición solo pertenece al marido, lo que traerá el conflicto y la zozobra a la nave doméstica. A esto hay que unirle la crianza de un niño con problemas cardíacos, y la llegada de una suegra, digamos, peculiar.

El director Lee Isaac Chung se inspira en su propia experiencia para contarnos de forma mínima y delicada los miedos y las ambiciones frustradas, y cómo estas pueden dinamitar la parte más rocosa de un vínculo. Una especie de Revolutionary road (2008), en el que la desintegración familiar planea sobre sus miembros, mientras la vida transcurre, con sus pequeñeces y sus verdaderos problemas. Narrada en un tono ligero (aunque la tragedia se esconda en cada esquina) Chung ha sabido dotar a su película de un equilibrio entre el ritmo y la contenida interpretación de sus actores, que hace que de un argumento bastante manido surja una película vital, que nos deja un poso y un recuerdo perdurable.

El elenco se luce: la pareja protagonista, Steven Yeung y Han Ye Ri no caen en ningún momento en la tentación de la sobreactuación dramática, y aportan al carácter de sus personajes una autenticidad que se agradece en tiempos de alarmismo. Mención aparte merece la extraordinaria (y nominada al Premio de la Academia) interpretación de Youn Yuh-jung, la suegra despreocupada que, sin querer perder sus raíces, pretende empaparse de la cultura yanqui, a la que admira.

La película independiente 'Minari' presenta una historia de inmigrantes  estadounidense fresca pero familiar | Hornet, the Gay Social Network
© A24

Los adultos destacan, pero la película la gobiernan los hijos (casi como en la vida real). Siempre es admirable saber dirigir a criaturas que apenas pueden aprenderse un texto, pero si además eres capaz de extraer de ellos una actuación memorable, te mereces la nominación a mejor director con que los Oscar te han premiado.

Minari es una película sencilla, que mima los detalles como un pintor flamenco. Un retrato de una época diferente, ni mejor ni peor, en la que ni la fuerza de la comunidad, ni las férreas creencias, ni los estrechos lazos de confianza pueden afianzar a sus protagonistas. Un mensaje transparente y directo, ya que como dice la no tan anciana Soon-ja “las cosas que se esconden son más peligrosas y aterradoras”.

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