Las 5 de Javier G. Godoy
5. El Resplandor (The Shinning, Stanley Kubrick, EE.UU., 1980)
El genio Stanley Kubrick inauguraba nueva década cinematográfica en su filmografía con esta obra cumbre del cine de terror. Tomándose varias licencias con respecto a la novela de Stephen King, Kubrick logró construir alrededor del inolvidable y aterrador personaje de Jack Torrance, un complejo relato plagado de secuencias para la posteridad. Ayudado por la novedosa utilización de la steady-cam, el director rozó la perfección y nos regaló los 4:3 más perturbadores del Séptimo Arte.
4. Casino (Martin Scorsese, EE.UU., 1995)
Nacer y crecer en las calles del Bronx hizo que el maestro Martin Scorsese supiese bien de lo que hablaba cuando rodó Uno de los nuestros (1990). Cinco años después, el director italoamericano volvió a acercarse al mundo de la Mafia que tanto conocía con una de las mejores películas de su filmografía. Casino era el resultado del trabajo de un director absolutamente maduro y evolucionado que se convirtió de manera instantánea en un clásico del thriller y el cine negro norteamericano. Una joya que volvió a reunir a Robert De Niro con Joe Pesci y que demostró al mundo que Sharon Stone era bastante más que una sex-symbol.
3. El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, Hayao Miyazaki, Japón, 2001)
Si Hayao Miyazaki tiene millones de seguidores en todo el mundo es, entre otras cosas, por haber dado a luz una de las mejores fábricas de cine de animación: Estudio Ghibli. Con El viaje de Chihiro, el director japonés desplegó todo el talento y la creatividad desbordantes que han caracterizado sus creaciones para ofrecer al mundo una película fascinante; una aventura inolvidable sobre el amor y el valor, sobre la familia y las tradiciones más ancestrales.
2. El Padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, EE.UU., 1972)
Francis Ford Coppola se jugó los cuartos con los productores (y con la propia Mafia) para sacar adelante un proyecto que parecía imposible. Conseguir que el caprichoso pero imponente Marlon Brando interpretase al mítico Vito Corleone era el verdadero comienzo de una oscura trilogía sobre familias, traiciones, crimen y poder cuya primera entrega es, para muchos, la mejor película de todos los tiempos.
1. La lista de Schindler (Schindler’s list, Steven Spielberg, EE.UU., 1993)
Spielberg asombró y conmovió al mundo con esta épica y durísima visión del Holocausto. Utilizando la historia real de Oskar Schindler, el director norteamericano firmó una de las mejores películas de todos los tiempos gracias a su terrible y a la vez hermosísimo acercamiento a los acontecimientos sucedidos en el gueto de Cracovia y el campo de concentración de Auschwitz. Con una factura impecable, La lista de Schindler fue reconocida con siete Oscars y varios premios internacionales. Indispensable.
Las 5 de Rubén de la Prida Caballero
5. Once (John Carney, Irlanda, 2006)
La historia del cine está llena de historias de amor, pero cuesta imaginar una más auténtica que Once. Una película que es grande en su pequeñez, que conmueve en su humanidad y que resulta tremendamente cercana: no conoceremos los nombres de los protagonistas, porque podría tratarse de cualquiera de nosotros.
4. Los siete samuráis (Shichinin no samurai, Akira Kurosawa, Japón, 1954)
El maestro Kurosawa consigue en esta película lo impensable: retratar en la gran pantalla las profundidades, anhelos y contradicciones del alma humana, a través de una exquisita puesta en escena, y apoyado en unas interpretaciones memorables. Imprescindible.
3. Senderos de Gloria (Paths of Glory, Stanley Kubrick, EE. UU., 1957)
Quizá la película más humana de Stanley Kubrick. Un eficaz manifiesto antibélico, y un aldabonazo en la conciencia, que nos recuerda la necesidad de rebelarnos contra los sistemas injustos, aunque estemos inmersos en ellos. Con el final más conmovedor que estos ojos han visto.
2. El séptimo sello (Det sjunde inseglet, Ingmar Bergman, Suecia, 1957)
¿Cómo se debe vivir? ¿Cómo enfrentarse a la realidad de la muerte? ¿Existe Dios? Bergman, en esta obra audaz en sus formas y de profundísimo fondo, plantea preguntas incómodas, y deja que sea el espectador quien las resuelva. Una cinta como un aguijón en la médula del alma.
1. Deseando amar (In the mood for love, Wong Kar Wai, Francia / Hong Kong, 2000)
Wong Kar Wai lleva en esta película las posibilidades del medio hasta su extremo para contarnos un proceso de enamoramiento, con toda su confusión, sus deseos, sus temores. Las palabras se supeditan a las imágenes, y a la excelsa música de Shigeru Umebayashi. Un film que es pura forma, puro sentimiento.
Las 5 de Marcos Oteiza
5. Manhattan (Woody Allen, EE.UU., 1979)
Dos verdades. Primero, que Woody Allen finge ser un cínico pero al final siempre se confiesa un romántico. Segundo, que de vez en cuando hace falta que Mariel Hemingway nos recuerde que «no todo el mundo se corrompe, que tienes que tener un poco de fe en la gente».
4. Arrebato (Iván Zulueta, España, 1979)
Película maldita y underground del cine español. Es una de esas obras que consiguen dramatizar lo experimental, en el sentido de que, a pesar de estar inscritos en una ficción, los impulsos viscerales que se desatan dentro de sus imágenes van más allá de la pantalla, vampirizando al espectador.
3. Sans Soleil (Chris Marker, Francia 1983)
Marker realiza un itinerario sin rumbo alrededor de todo el mundo, divagando sobre el recuerdo y la memoria. Imágenes erráticas, inconexas, arbitrarias. Es la mirada del autor la que las ordena y les da sentido, encuentra una verdad universal debajo de todos los estímulos. El mundo gira, y yo con él.
2. Los Siete Samurais (Shichinin no Samurai, Akira Kurosawa, Japón, 1954)
Kurosawa consiguió aquí la cinta de aventuras definitiva. Se puede hablar de la belleza de sus imágenes, del carisma de sus personajes, de su narrativa imparable. Pero es obligatorio hablar de su épica prosaica, del heroísmo rōnin y sin gloria, que es el más noble de los heroísmos.
1. Persona (Ingmar Bergman, Suecia, 1966)
Serge Daney habla de la película-nacimiento, aquella que te devuelve a un punto cero, y funciona como bautizo de la mirada. Para mi, esa película es Persona. Cáustica y desbordante, encerrada en sí misma y avanzando hacia todas direcciones. Es una anomalía y es un milagro.
Las 5 de Mateo Sánchez
5. El hombre elefante (The elephant man, David Lynch, EE.UU., 1980)
El patito feo, que nunca llegó a transformarse en un cisne, pasó toda su vida provocando miradas de asco y encogiéndose bajo palizas hasta que la muerte tuvo a bien librarle del sufrimiento. Esta fábula es tan cruel y patética como necesaria, pues pocas veces lo humano y lo inhumano se ha plasmado con tanta crudeza en el celuloide.
4. El violinista en el tejado (The fiddler on the roof, Norman Jewison, EE.UU., 1971)
Magnífica historia sobre la tradición con canciones y números musicales tan soberbiamente construidos que convertirían hasta al más convencido detractor del género. En lo personal, es mi opción número uno para esas temidas mañanas de resaca.
3. Amadeus (Milos Forman, EE.UU., 1984)
¿Qué mejor forma de mostrar la genialidad de un artista que a través de una genialidad en si misma? Toda la maestría de la que Forman es capaz cobra vida en este sublime biopic en el que la locura de Salieri sirve de reflejo para el prodigio de Mozart. Deleite para los ojos y para los oídos.
2. Las vidas posibles de Mr. Nobody (Mr. Nobody, Jaco van Dormael, Bélgica, 2009)
Una ambiciosa oda a la existencia, tan poética como fascinante, que nos embarca en un viaje a través del surrealismo, el romanticismo, el drama, la ciencia ficción y la física cuántica. Una cinta compleja y profunda cuyo visionado es más un acercamiento a la metafísica que un ejercicio cinéfilo. Cine experimental para todos los públicos.
1. Doce hombres sin piedad (12 angry men, Sidney Lumet, EE.UU., 1957)
Siempre es una afirmación arriesgada, pero en este caso pocos discutirán que estamos ante una de las mejores películas que se han proyectado desde que el tren de los Lumière llegó a la estación. Un guión prodigioso y unas interpretaciones deslumbrantes son los grandes pilares de un clásico cuya potencia casi nunca hemos vuelto a ver en el séptimo arte.
Las 5 de Juan Roures
5. Boyhood. Momentos de una vida (Boyhood, Richard Linklater, EE.UU., 2014)
Doce años de rodaje sirven a Linklater para confeccionar un conmovedor retrato de la humanidad, con sus alegrías y sus congojas, sus triunfos y sus decepciones, sus descubrimientos y sus dudas existenciales. El comprometido reparto borda, no ya un sutil guion libre, sino un mágico fragmento de vida.
4. Chungking Express (Chung Hing sam lam, Wong Kar-Wai, Hong Kong, 1994)
Nostálgicamente onírico y fascinantemente posmoderno, este peculiar conjunto de romances nos recuerda cuán conectados estamos aun rozándonos sin tocarnos y besándonos sin amarnos. Intérpretes carismáticos, ritmo vibrante y frases imborrables son los perfectos ingredientes para una obra de culto.
3. La guerra de las galaxias. Episodio V: El imperio contraataca (Star Wars. Episode V: The Empire Strikes Back, Irvin Kershner, EE.UU., 1980)
Sirva su episodio más oscuro y melancólico como representante de esa maravillosa saga que tantos personajes memorables, criaturas fascinantes y mundos por explorar nos ha regalado gracias a la imaginación de un soñador George Lucas para quien el cine y la propia existencia nunca tuvieron barreras.
2. Dos en la carretera (Two for the Road, Stanley Donen, Reino Unido / EE.UU., 1967)
El ingenioso guion de Frederic Raphael, la refinada realización de Stanley Donen, las sentidas interpretaciones de Audrey Hepburn y Albert Finney y la nostálgica música de Henry Mancini presentan un sagaz retrato del mundo de la pareja en forma de álbum de recuerdos eternamente interconectados.
1. El señor de los anillos. El retorno del rey (The Lord of the Rings. The Return of the King, Peter Jackson, Nueva Zelanda / EE.UU., 2003)
Impresionante broche de oro a una bellísima trilogía que desborda magia por los cuatro costados, transfiriendo el espíritu de Tolkien a la gran pantalla con sumo mimo a través de una puesta en escena que engrandece visualmente tan clásica obra sin restarle un ápice de profundidad psicológica.
Las 5 de Cristina Aparicio
5. Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro, Hayao Miyazaki, Japón, 1988)
Dormirse al compás de la respiración de Totoro o mojarse con la tromba de agua caída por el entusiasmo de su risa, son momentos claves de este film de Miyazaki donde la magia se convierte en algo cotidiano. El resultado: una animación cuyo humanismo invita a imaginar, creer y soñar.
4. El Padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, EE.UU., 1972)
Vencer su inercia vital es la batalla de Michael Corleone para eludir el legado de su padre, jefe de la mafia de Nueva York. Conjugando elementos del cine negro, policíaco y de gánsteres, Coppola realiza la primera incursión en la intimidad de la mafia para mostrarnos la imposibilidad de burlar al destino.
3. Cantando bajo la lluvia (Singin’ in the Rain, Stanley Donen / Gene Kelly, EE.UU., 1952)
“I’m singing in the rain” cantamos bajo la lluvia rememorando a ese Gene Kelly enamorado bailando con su paraguas. La esencia del cine musical está en su capacidad para narrar a través de sus números musicales, algo que consigue este film al contar la llegada del cine sonoro a ritmo de pasos de baile.
2. El niño de la bicicleta (Le gamin au vélo, Jean-Pierre Dardenne / Luc Dardenne, Bélgica, 2011)
Tras ahondar en el lado más marginal de Europa, donde la falta de autonomía y la incapacidad relacional son el signo distintivo de sus personajes, los hermanos Dardenne arrojan luz y esperanza sobre el mundo que retratan con El niño de la bicicleta: cuidar del otro como sentido de la vida.
1. Antes del amanecer (Before Sunrise, Richard Linklater, EE.UU., 1995)
Linklater crea un cine de instantes, de procesos, capaz de capturar los grandes momentos de la vida abarcando desde la madurez hasta el amor. En este “vals vienés de una noche” paseamos por la ilusión que acompaña el primer momento que supone enamorarse: la magia que surge en cada contacto con el otro.
La 5 de Carlos Fernandez Castro
5. Cantando bajo la lluvia (Singing in the Rain, Stanley Donen, EE.UU., 1952)
Donen y Kelly dirigieron el único musical capaz de encandilar incluso a los detractores del género. Verlo es como caminar bajo un sol radiante en una mañana de invierno, como ver medio lleno el vaso que hasta hace un instante parecía medio vacío, como conocer el amor de tu vida.
4. La pasión de Juana de Arco (La Passion de Jean d’Arc, Carl Theodor Dreyer, Francia, 1928)
A finales de los años 20 del siglo pasado, Carl Theodor Dreyer demostró que una imagen vale más que mil palabras y dirigió esta sinfonía visual de primeros planos que alcanzó unas cotas de expresividad jamás igualadas en el séptimo arte. Después de verla, ¿alguien pensaría que el cine necesitaba sonido?
3. Casablanca (Michael Curtiz, EE.UU., 1942)
Si la vida fuera una película, contrataría a Michael Curtiz para dirigirla y a sus guionistas para que la convirtieran en un drama romántico de espionaje disfrazado de película de aventuras y escribieran mis líneas de diálogo.
2. El padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, EE.UU., 1972)
Más allá de sus innumerables virtudes cinematográficas, El Padrino es un brillante estudio sobre la fuerza del destino y los cimientos que sostienen la institución familiar. La vida puede ser cruel hasta el punto de convertirte en aquello que siempre despreciaste.
1. El buscavidas (The Hustler, Robert Rossen, EE.UU., 1961)
Nadie mejor que el personaje interpretado por Newman en El Buscavidas para definir los contornos de un auténtico perdedor. Tal y como argumenta George C. Scott en un pasaje del film, «ser un ganador es cuestión de actitud”. Lástima que Fast Eddie aprendiera la lección demasiado tarde.
Las 5 de Lara Ben-Ameur Rodríguez
5. Caníbal (Manuel Martin Cuenca, España, 2013)
Una obra gourmet vertebrada por Antonio de la Torre. El actor sigue sorprendiendo en su multidisciplinariedad y no puedo desprenderme de la elegancia, sutileza y el carácter despreciable que destila en una historia de amor con un enfoque inusual.
4. Antes del amanecer (Before Sunrise, Richard Linklater, EE.UU., 1995)
Richard Linklater ha conseguido crear una trilogía que ha definido y marcado a una generación, sin duda el inicio de esta historia consigue enfrascarte en una dinámica única de diálogos que difícilmente podrás abandonar.
3. Carta de una desconocida (Letter from an Unknown Woman, Max Ophüls, EE.UU., 1948)
Los relatos de Stefan Zweig son elementos de inspiración para numerosas obras artísticas. En este caso podemos gozar con esta adaptación, un film con un matiz romántico más acentuado que en la obra original, donde lo esencial es deleitarse con los elementos que conforman el melodrama y degustar la sutileza de su desarrollo.
2. Piel de serpiente (The Fugitive Kind, Sidney Lumet, EE.UU., 1960)
La combinación de Ana Magnani y Marlon Brando no puede ser más magnética. Esta adaptación de La caída de Orfeo de Tenessee Williams atrapa por su febrilidad, sensualidad y por una Ana Magnani en estado puro.
1. El verdugo (Luis García Berlanga, España, 1963)
No podría entenderse la historia del cine español sin esa inolvidable escena en las cuevas del Drach o sin la voz del verdugo Pepe Isbert. Si por mi fuera viviría en un arco berlanguiano permanente.
Las 5 de Sergio F. Fernández
5. Hijos de los hombres (Children of Men, Alfonso Cuarón, Reino Unido, 2006)
Las 5 de JFK
5 ó 1. Jesucristo Superstar (Jesus Christ Superstar, Norman Jewison, EE.UU, 1973)
¿Que “Jesucristo” ahora era guapo, cantaba bien y andaba con “hippies”? Por fin algo divertido en la religión. Y esas canciones ¡tan bonitas!. Todo el día con la nariz pegada al escaparate donde vendían el cassette con fotos a todo color. Las monjas y beatas fuera del cine rezando. Hossana Hey, Sanna Sanna Sanna Ho!
4 ó 2. El Exorcista (The Exorcist, William Friedkin, EE.UU, 1973)
Se acabó el cachondeo. El demonio vigila atento y cual ladrón de ultracuerpos puede elegirte ¡a ti!. Inició una moda sobre posesiones y prácticas exorcistas que han sido un fértil dominio cinematográfico, pero yo pasé una temporada más cagado que Linda Blair meada. ¿Has visto lo que ha hecho la puta de tu hija?
3. Fama (Fame, Alan Parker, EE.UU 1980)
¡Mamá quiero ser artista! Me daba igual a qué dedicarme si estoy en la Escuela de Arte de New York. Ni torero, ni bombero, tengo una vocación por la que me muero. Fame, I´m gonna life foreeeever (…) Baby remenber my name!
2 ó 4. Laberinto de pasiones (Pedro Almodóvar, España, 1982)
Pocas veces he quedado en tal estado de “shock” viendo una película. ¡Eso está pasando y yo me lo estoy perdiendo!. Cuanto más la veo más me río. Un festín. ¡Me siento Fe-lix Taylor esta tarde!
1 ó 5. La noche del cazador (Night of the hunter, Charles Laughton, EE.UU 1955)
Oscura y luminosa, bella, arrebatadora, cruel, inocente y perversa. Una obra total donde cada plano es digno de enmarcar. Es, como un diamante, para siempre. Todos llevamos LOVE & HATE en la piel.
Las 5 de Pablo Castellano
5. Stalker (Andrei Tarkovsky, URSS, 1979)
Tarkovsky nos muestra con esta cinta que el cine no es un problema por resolver (y mucho menos resuelto), sino que es un misterio. La obra completa de Tarkovsky eleva a la categoría de objeto trascendental el Cine entendido como arte, pero Stalker en concreto es una experiencia mística en sí misma.
4. Mulholland Drive (David Lynch, EE.UU., 2001)
Film construido en base a un hilo narrativo confuso e hilarante. Lynch nos ofrece una película que requiere de un espectador activo, poseedor de una visión constructiva y reflexiva. A pesar de ello, el director de Montana no deja un cabo suelto, aunque para percibirlo se tenga que recurrir a un segundo visionado. Deconstrucción de la realidad de la buena.
3. La mamá y la puta (La maman et la putain, Jean Eustache, Francia, 1973)
Película que significa los últimos coleteos de la Nouvelle vague, tanto por su delimitación historiográfica como por una de las últimas grandes actuaciones (pero quizá la más brillante) de uno de los actores icónicos del movimiento: Jean-Pierre Léaud.
2. El sur (Victor Erice, España, 1983)
Erice nos habla de la Guerra Civil Española desde un punto de vista desde el que pocos directores españoles han mirado hasta el momento. Es decir, no lo ha hecho directamente, sino mostrando sus consecuencias en el interior de una familia, teniendo como trasfondo una España dividida. Todo ello con gran maestría y elegancia.
1. Sátántangó (Béla Tarr, Hungría, 1994)
El director húngaro ha conseguido desarrollar un estilo muy marcado y particular, teniendo su apoteosis en esta densa obra. A pesar de su larga duración, Tarr ha logrado poner en escena grandes coreografías entre los movimientos de actores y cámara, además de construir unos planos secuencia que permiten plasmar sus propias reflexiones como dejar que el espectador amueble las suyas gracias a sus peculiares tiempos muertos.
Las 5 de Marina Seijas
5. Tu, yo y todos los demás (Me and You and Everyone We Know, Miranda July, EE.UU., 2005)
Un largometraje a caballo entre la poesía y el videoarte que intenta acercarnos a la dificultad de entablar relaciones humanas en la inmensidad de un desierto social aisladamente colectivo, a través de personajes corrientes que buscan evitar la soledad en breves momentos compartidos.
4. Pulp Fiction (Quentin Tarantino, EE.UU., 1994)
Quizás la película de ficción en la que Tarantino muestra abiertamente todos los elementos de los que se alimentan sus filmes. Mafiosos, matones, femmes fatales y demás personajes coaccionan en una historia circular donde violencia e ironía priman sobre todas las cosas.
3. Arrebato (Iván Zulueta, España, 1979)
Intensa, claustrofóbica y melancólica película que nos habla de la eterna inocencia, de la pérdida de la infancia y del auge de los psicotrópicos. Un metafórico vals marginal entre el tiempo real y el tiempo cinematográfico, que nos presenta el cine como una adicción tan dura como la heroína.
2. El Apartamento (The apartment, Billy Wilder, EE.UU., 1960)
Una puesta en escena espectacular y una narrativa prodigiosa son los puntos fuertes de esta comedia agridulce en la que Billy Wilder nos muestra la miseria de una compañía de seguros en Manhattan, donde un empleado le hace favores a su jefe con la esperanza de ser ascendido.
1. Alphaville (Jean-Luc Godard, Francia, 1965)
La gran obra de la Nouvelle Vague que mezcla aspectos del comic con la más poética visión futurista. Una vanguardista pieza a caballo entre el cine negro, el thriller y la ciencia ficción, donde un agente secreto es enviado a una ciudad con el fin de realizar unas acciones.
Las 5 de Ana Torres
5. Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s, Blake Edwards, EE.UU., 1961)
Acompañada de una excelente música, Desayuno con diamantes es la perfecta comedia romántica: fresca, bonita y divertida. No me canso de ver, con una constante sonrisa, a la maravillosa Audrey Hepburn en el papel por el que la recordaremos siempre.
4. Revolutionary Road (Sam Mendes, EE.UU., 2008)
El interesante tema que aborda, la fotografía, el montaje, la música y el trabajo de Kate Winslet y Leonardo DiCaprio (quienes en mi opinión hicieron el papel de sus vidas en esta película), hacen de Revolutionary Road una obra redonda. Definitivamente, una de las mejores películas de la década pasada.
3. Lunas de Hiel (Bitter Moon, Roman Polanski, Francia, 1992)
Sorprendente e interesante en todo momento, Lunas de hiel no solo es una de las mayores y más inesperadas venganzas que he visto en el cine, sino que además es un perfecto retrato de la obsesión, el morbo y el fuerte pero efímero poder del erotismo.
2. Carretera perdida (Lost Highway, David Lynch, EE.UU., 1997)
Cada plano está impregnado de una atmósfera misteriosa. Suspense, erotismo y elementos de film noir dan lugar a situaciones inusuales, desarrolladas en espacios inquietantes, con una música oscura y maravillosa. Carretera perdida es, sin duda, la película que más me obsesiona.
1. Hannah y sus hermanas (Hannah and her Sisters, Woody Allen, EE.UU., 1986)
Cómica, romántica e inteligente, Hannah y sus hermanas es un excelente retrato de la belleza y el encanto de las crisis existenciales. La confusión resulta necesaria para superar las insatisfacciones y conciliarse con la vida. No solo queremos ser amados sino que también deseamos ser necesitados. Así de simples (o de complicadas) somos las personas.
Las 5 de Martín Gómez-Escolar
5. Candilejas (Limelight, Charles Chaplin, EE.UU., 1952)
La carta de despedida simbólica (que no real) de uno de esos pocos artistas que puede mirar al cine a los ojos y decirle: “continúa sin mí, yo me bajo en esta”. Un alma desnuda que muestra la humanidad que todos llevamos dentro, que retrata la implacabilidad de un tiempo que nos conduce irremediablemente a nuestra última función. ¡Aplausos!
4. Hacia rutas salvajes (Into the Wild, Sean Penn, EE.UU., 2007)
Una película que te cambia la vida, porque de eso es de lo que habla. Conectar con ella supone no tener miedo a atentar contra la zona de confort, a dejar todo atrás y a enfrentarse al cambio. Naturaleza, carretera, música y libertad son los ingredientes de esta receta que alimenta la mente, pero, sobre todo, el espíritu.
3. La juventud (La giovinezza, Paolo Sorrentino, Italia, 2015)
Sorrentino consigue lo imposible: supera La gran belleza (2013). La juventud es un ejercicio perfecto: conecta magníficamente con el espectador por medio de una palpable humanidad, sin renunciar a la grandiosidad de la vida y del paso del tiempo, lo cual logra crear una atmósfera jamás sentida (por el que escribe) en una sala de cine. Maravillosa.
2. Deseando amar (In the mood for love, Wong Kar-Wai, Hong Kong, 2000)
No existen palabras para describir la sensación de embeleso que genera la combinación de una puesta en escena tan personal, con unas imágenes de tal belleza onírica y una música de apabullante naturaleza reminiscente. Toda elección supone un acierto, y nuestros sentimientos lo notan. La mayor poesía visual jamás recitada. Única en todos los sentidos.
1. Luces de la ciudad (City Lights, Charles Chaplin, EE.UU., 1931)
El primer contacto con el mayor genio del Séptimo Arte y su creación más entrañable no puede sino fascinar. Ternura, nostalgia, felicidad… en definitiva: amor. Amor al cine y, sobre todo, a la vida. Chaplin y Charlot se dan la mano para mostrarnos que “vista de lejos, la vida es una gran comedia”. Gracias, genio, por tu magia.
