A la tercera va la vencida. Eso es lo que le ha ocurrido al director norteamericano J.C. Chandor, una gran noticia para el panorama cinematográfico en forma de realizador muy, pero que muy a tener en cuenta. Margin Call y Cuando todo está perdido mostraron su rigurosidad narrativa y es ahora, con El año más violento, cuando se confirma su eficacia e impecable estilo.
Nueva York, 1981. Abel Morales es un inmigrante que, junto a su familia, intenta prosperar con un negocio de combustibles. Sin embargo, todo parece tambalearse cuando sus camiones son atracados de manera sistemática y violenta. La corrupción y las amenazas pondrán a prueba su ética y su valentía al frente de un negocio que siempre mantuvo dentro de la legalidad.
Curioso, por poco usual, y seductor es el enfoque que el director ha dado a este guión acostumbrados como estamos a las tramas en las que los protagonistas están o acaban estando en el lado oscuro, no donde serpenteaban aquellos caballeros Jedis que habían decidido darle la espalda al bien, sino a los que, por las razones que sean, se arrodillan ante la afirmación de que el fin justifica los medios.
Chandor, que recuerda en algunos tramos al Coppola de las dos primeras partes de El Padrino, decide utilizar tonalidades mate y de poco colorido y nos hipnotiza gracias a la atrayente y (a veces) preciosista fotografía de Bradford Young, introduciéndonos en su historia de una manera muy sutil, rasgo inconfundible de su filmografía, en la que priman los sonidos del propio silencio en ausencia de dialogo y banda sonora. En El año más violento hay varias escenas construidas de esta manera, pero rebosan sentido y sentimiento. Por otro lado, no duda en pisar el acelerador cuando hay que «correr» y nos ofrece varias secuencias que sobresaltarán a más de uno. Lo hace sin brusquedades ni efectismos, sin necesidad de artificios exasperantemente repetitivos. Ambas corrientes se complementan a la perfección y dotan al filme de Chandor de un equilibrio admirable, que convierten este trabajo en una de los más importantes de la temporada, olvidado injustamente por la Academia del Cine norteamericana.
© Vertigo Films
Oscar Isaac y Jessica Chastain, encabezan un reparto muy creíble y bien escogido. El actor guatemalteco, ducho ya en aventuras hollywoodienses (Sucker Punch, Inside Lewyn Davis) realiza un loable trabajo en el papel de Abel Morales, mostrándose capaz de llevar el peso de un personaje principal, presionado por la necesidad de conseguir mantener a flote una empresa asediada por presiones de dudable legalidad. Expresivo pero prudente, Isaac firma una labor muy aceptable que complementa, en su acertadísima línea de los últimos años, Jessica Chastain, una actriz sobresaliente que evoluciona sin límites hacia el papel que la corone como la mejor del año (si no lo fue ya por La noche más oscura). El resto de actores destacan por seguir la dinámica de los dos protagonistas, por lo que tanto David Oyelowo (Selma), Albert Brooks (Drive), como el sorprendente Elyes Gadel (atentos a este joven), completan un plantel de interpretes a la altura de la calidad del filme.
Resulta, por tanto, que El año más violento es una película implacable y brutal, conmovedora y emocionante. Cuatro virtudes que componen el que es, quizá, el mejor trabajo de J.C. Chandor hasta la fecha. El director de Nueva Jersey nos regala uno de los largometrajes de la temporada y vuelve a homenajear con este impecable trabajo a la ciudad que nunca duerme. Nueva York otra vez, Nueva York eterna. La Nueva York de 1981, el año más violento de su historia.
Lo mejor: su colección de aciertos, muy abundantes.
Lo peor: algunos se impacientarán ante este thriller de ritmo propio.
Por Javier Gómez.
@blogredrum
