La vendedora de fósforos (Alejandro Moguillansky, Argentina, 2017)
Casa de nadie (Casa de Ningú, Ingrid Guardiola, España, 2017)
La música metálica que acompaña la bajada a los infiernos de los mineros asturianos contrasta, en extraña armonía, con el Baile de los pajaritos, a cuyo son se agitan las ancianas de un asilo: ya desde estos sugerentes primeros compases, la narración de La casa de nadie se construye sobre la alternancia entre un moribundo pueblo minero y la vida tenue de las inquilinas de una residencia. Dos escenarios como testigos de la extinción de dos mundos, o acaso de uno solo. No lo acabamos de saber, porque una amplia porción de los diálogos está en catalán sin subtítulos, y los ignorantes nos quedamos –lost in translation– en los márgenes de la que prometía ser una película valiosa. Por Rubén de la Prida
Ata tu arado a una estrella (Carmen Guarini, Argentina, 2017)
“Los diccionarios mienten”. Con esta afirmación radical arranca este documental que repasa el pensamiento y el trabajo del director y maestro de cineastas, el argentino Fernando Birri. Apoyándose en un abundante material del pasado (concretamente de hace casi 30 años) la directora Carmen Guarini plasma la fascinación por Birri, por la persona y su filosofía. Tomando como hilo conductor una larga disertación sobre la utopía (en la que intervienen algunas de las mentes más destacadas de la historia de Latinoamérica, como Ernesto Sabato o Eduardo Galeano), Guarini deja que su protagonista se explaye hasta la extenuación, a veces coloquial, en ocasiones metafísico, y en las más veces en un pretendido lirismo no siempre satisfecho. Al mismo tiempo repasa (sin excesivo arraigo) su trascendencia en el panorama cinematográfico americano, después de fundar la Escuela Internacional de Cine y Televisión, y tras su trayectoria en Roma, donde Birri llegó en los años 50 fascinado por el neorrealismo italiano. Desigual tanto en su montaje como en sus intenciones, el documental cuenta con momentos de altura discursiva, así como ejercicios egocéntricos de un personaje que no dejará a nadie indiferente, pero no es el trabajo que encumbrará al santafesino como lo que es: uno de los padres del cine latinoamericano actual. Por Javier Martín Corral
La felicidad de los perros (David Hernández, España, 2018)
El director David Hernández despoja de color su minimalista relato existencial para hablar de César, un cuarentón en paro cuya mujer, Sara, saca adelante un hogar en el que las pocas alegrías las da la hija pequeña. Así, Galicia y Madrid se convierten en localizaciones de una narrativa tenue pero poderosa cuyas transiciones -eternos fundidos a negro- podrían ser metáfora del vacío del hombre adulto que no encuentra su lugar; César, atado a una vida que lo ha hecho esclavo, comenzará un viaje que Hernández expone con influencias de Carl Theodor Dreyer o el propio Robert Bresson, pues el valor de este cuento sobre la (des)esperanza por encontrar el camino se encuentra no sólo en su mensaje, sino en las sencillas formas que lo construyen. Hay, por tanto, una intención manifiesta de invitar a la reflexión a través de un guion honesto y sin dobleces que, aunque no siempre logra ser regular, sitúa a su director en la órbita de realizadores a los que seguir de cerca. Por Javier G. Godoy