Manchester frente al mar (Manchester By The Sea, 2016), el último trabajo de Kenneth Lonergan (Nueva York, Estados Unidos, 1962), viene precedida por el éxito apabullante de la crítica norteamericana. Esto, que podría ser un hándicap por las expectativas generadas, no lo es en absoluto para el film, que responde con solvencia y brillantez ante ese desafío.
Estrenado en el pasado festival de Sundance, y con nominaciones a los Óscar principales (Mejor película, dirección, guión, actor principal y actor y actriz de reparto) cuenta la historia de Lee, un introvertido personaje que, tras una llamada en la que se le comunica que su único hermano ha fallecido, tiene que volver a su localidad natal (el pueblo que da nombre a la película) para hacerse cargo de un sobrino adolescente. Allí tendrá que enfrentarse a dolorosos fantasmas de un pasado que quiere olvidar.
Lo que podría haber sido un lacrimógeno melodrama más en manos de otro director, con el ejercicio de estilo de Lonnergan, ya apuntado en sus anteriores trabajos Puedes contar conmigo (You Can Count on Me, 2000) y Margaret (2011), se convierte en un relato conmovedor, delicado, redondo, bien estructurado, lleno de matices y que conmueve sin pretenderlo. Con ritmo pausado, pero sin resultar aburrida, la película de Lonergan consigue que, en esos 135 minutos de duración, el espectador no desconecte de esa historia de personajes corrientes, de clase trabajadora, con una atmósfera muy especial (donde la belleza gélida de la nieve y el mar refuerzan esa sensación de soledad de los personajes) y con dramas subterráneos que salen a la luz de forma natural, nada forzada. De hecho, esa sensación de estar viendo a gente común, natural, como tu vecino o tú mismo, es fruto de un trabajo muy elaborado, nada casual.
Y no es casual, tampoco, sino mérito de la dirección y guión de Lonergan, las grandes interpretaciones que realizan los actores elegidos en sus hasta ahora tres películas, con premios y reconocimientos varios, debido a la fortaleza de unos personajes muy bien construidos y perfilados. En Manchester frente al Mar el reparto está esplendido, incluyendo unos secundarios que bordan sus papeles, aunque sin duda el protagonismo se lo lleva un Casey Affleck en estado de gracia. Ya conocíamos al hermano de Ben por trabajos como en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford, 2007) donde fue nominado al Óscar, o Adiós, pequeña, adiós (Gone Baby Gone, 2007) dirigida por su hermano, sin embargo, lo que hace con el personaje de Lee en Manchester frente al Mar, es un ejercicio excelso de contención, una actuación que desprende honestidad, veracidad y sincera emoción. El personaje, que iba a ser interpretado inicialmente por Matt Damon (también productor de la película y el que ofreció el proyecto al guionista neoyorkino), va descubriéndose muy lentamente, como si fuera una muñeca rusa, a través de unos flashbacks en forma de recuerdos de su vida pasada que van agrietando al impenetrable personaje. Es, posiblemente, una de las mejores interpretaciones de los últimos años y va directo hacia el Oscar, habiéndose llevado ya, entre otros, el Globo de Oro y el Premio de los Críticos de Nueva York. Además de Affleck, destacar al joven Lucas Hedges, que interpreta a su sobrino y con el que mantiene una gran química en todas sus escenas, Kyle Chandler y por supuesto Michelle Williams, que se marca una escena con Affleck en la que ambos se encuentran casualmente, verdaderamente prodigiosa.
Sin duda, la película de Kenneth Lonergan es la sorpresa de la temporada, una película que recomendamos encarecidamente a aquellos a los que les guste el buen cine, los grandes personajes y las historias bien contadas. No, no es nada fácil verlo en el cine actual. Por eso Manchester frente al mar se te queda dentro y es difícil dejarla escapar.
Lo mejor: la autenticidad de sus personajes y Casey Affleck.
Lo peor: que haya secundarios ”jugosos” que no de tiempo a desarrollar.