Aunque a estas alturas (justamente ahora se cumple un año de su triunfo en el pasado festival de San Sebastián) poca gente no habrá disfrutado del último film de Carlos Vermut, Magical Girl, nunca está de más recomendar una de las mejores películas nacionales no sólo del curso pasado, sino de los últimos años. Os hacemos un breve repaso de 5 razones por las cuáles, de no haberla visto todavía, deberíais remediarlo pronto:
LA RUPTURA DE LAS EXPECTATIVAS
Si en algo Magical Girl sorprende a la mayoría es precisamente por como cualquier expectativa que se pueda crear el espectador será rota a lo largo de la narración, ya sea de género, de giro argumental, de descripción de personajes, de tono o de situaciones. El filme se mueve sin ningún tipo de rubor entre la comedia y el drama, la temática social con la de misterio, la música flamenca con la del anime o el terror paranormal con el cine negro, creando un espectáculo de contrastes muy fuertes, que puede dejar en fuero de juego a más de uno, pero que sin duda es una de las múltiples virtudes de la película.
SUS MÚLTIPLES INFLUENCIAS
Las fuentes de las que bebe el filme de Vermut también son varias, y al igual que en el punto anterior mezcla temáticas aparentemente alejadas como las ya mencionadas, con la animación nipona (en especial a Rampo Edogawa y su Lagarto Negro) o la literatura de Yukio Mishima (al igual que en la obra de este, la sumisión/dominación entre personajes resulta fundamental), que lejos de descuadrar y ofrecer una amalgama desequilibrada, consigue mediante el contraste que produce la deformación y manipulación de los diversos géneros, una unidad de discurso coherente, original y sobretodo, sorprendente, pocas veces vista en nuestro cine.
BÁRBARA LENNIE
No es que Lennie no hubiera interpretado papeles de cierta entidad anteriormente en el cine, pero es con el personaje homónimo de Bárbara por el cual su rostro ha comenzado a tenerse muy en cuenta. Y no digo esto solo por su enorme belleza, sino por la multitud de matices que introduce en un personaje a todas luces tan misterioso y ambiguo (especialmente remarcable es su entonación, deshace icebergs) que resulta enormemente cercano a las femmes fatales que poblaban el Cine Negro durante la década de los 40. Sin duda alguna, nos encontramos con la mejor actriz de su generación en este país.
© Aquí y Allí Films
LA DIRECCIÓN DE CARLOS VERMUT
Si en Diamond Flash ya se podía apreciar la gélida puesta en escena de la que hacía gala Vermut, en esta ocasión el cineasta llega más lejos en la misma, consiguiendo mediante la milimétrica distancia entre personajes dentro del plano (a esto contribuye la enorme economía de los mismos, que fuerza a que los personajes se muevan por el espacio encuadrado) una representación entre muchas de las relaciones existentes entre sus personajes, que se ven reforzadas por los escasos elementos existentes en casi todas sus escenas y gracias a un mínimo, pero sabio, uso de la música. Vermut se corona como director a seguir en un futuro.
LA NECESIDAD DE UN ESPECTADOR ACTIVO
La información que Magical Girl nos ofrece de forma directa en muchas ocasiones está incompleta (o está completada por elementos secundarios), dejando espacios en blanco adrede dentro de una narración pródiga en elipsis y enormemente subliminal, por lo cual, tendrá que ser el propio espectador quién rellene estos huecos y consiga sacar sus propias conclusiones frente al relato ofrecido, algo que desgraciadamente, cada día menos se tiene en cuenta en esto del cine. Y se agradece.
Por Jose Antonio Bracero.
