Una de las tradiciones míticas del imaginario europeo que llegó con el Mayflower a las costas de lo que hoy es Estados Unidos, fue la legendaria presencia de brujas en los bosques espesos que tapizan el norte del Viejo Continente. Alemania, Suiza y Francia copan el top 3 de procesos contra la brujería, juicios de moral y religión en los que muchos han querido ver una represión indirecta sobre los intentos de emancipación femenina. Estas realidades sirvieron de base para leyendas y ficciones de terror que, irremediablemente, terminaron llegando a los argumentos cinematográficos. Desde la adaptación del clásico de Blancanieves (Snow White and the Seven Dwarfs, David Han, 1937), hasta La bruja (The Witch, 2015), pasando por La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, 1968), Willow (1988), El retorno de las brujas (Hocus Pocus, 1993) o las televisivas Embrujada o Sabrina, el personaje ha adoptado, como en el imaginario popular, muchos caracteres: comedia, puro terror, aventuras, misterio o drama.
Este viernes llega a las pantallas españolas Madre oscura (The Wretched, 2020), una película que trata de resucitar este género de forma irregular. Un adolescente con brazo en cabestrillo llega a casa de su padre con ese punto de rebeldía que las hormonas y el divorcio de sus progenitores provoca. Pronto descubre que en casa de sus jóvenes y primerizos vecinos están teniendo lugar algunos sucesos un tanto inexplicables que, oh sorpresa, él se encargará de investigar, más por aburrimiento que por interés. Con esta premisa más repetida que el gol de Iniesta la película se mantiene a flote por la convincente interpretación del protagonista John-Paul Howard, pero hacia la recta final el guion se desinfla y recurre a tópicos y trampas para justificar una conclusión que, una vez más, ya hemos visto, criticado y sufrido en decenas de filmes del mismo género.
Los directores, los hermanos Pierce, beben del terror adolescente de los 80, parido por la productora de Spielberg, y ejecutado sensacionalmente por directores como Joe Dante o John Landis. Sin embargo, el resultado final es una película fallida, apoyada constantemente en una reiteración insana de efectos de sonido, sin sustos ni giros de guion, sin pánico, sin alma….huérfana todo lo que hace grande al terror al que pretende pertenecer.
Lo mejor: La actuación del protagonista, y todo el elenco menor de edad.
Lo peor: No satisface ni a los amantes del género, ni a los que busquen divertirse un rato.