Con «Madre e Hijo» el cine rumano vuelve, con esa fría intensidad que convierte sus historias minimalistas en épicas sociales, a demostrar un gran estado de forma. «La Muerte del Señor Lazarescu«, «Policía, Adjetivo» o la implacable «4 Meses, 3 semanas, 2 días«, son una muestra de la nueva ola de realizaciones que han llenado el panorama cinematográfico de propuestas verdaderamente sugerentes.
En esta ocasión, Calin Peter Netzer nos presenta a Cornelia, una madre de familia acomodada cuyo hijo se ha alejado de ella casi definitivamente tras abandonar la casa y emparejarse. Cornelia no entiende un comportamiento tan esquivo e intenta acercarse a Barbu casi como de si un niño se tratara. Una madre posesiva y manipuladora pero confundida que haría cualquier cosa por su hijo.
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La propuesta de Netzer no es nada nuevo, pero un hecho desgraciado hará que se desencadene la verdadera fuerza de un filme que renuncia a un planteamiento usual para, sin un ápice de efectismos, sin partitura y con una cámara nerviosa que enfatiza las escenas más importantes a base de primerísimos planos, hablarnos de la sociedad rumana, de los ramalazos de corrupción entre ciertos sectores y de los enrevesados lazos familiares que, en tantas ocasiones, son tan difíciles de entender.
El trabajo de la actriz principal, Luminita Gheorghiu, es un ejercicio interpretativo de un nivel superior. La credibilidad con la que desarrolla los diferentes estados de su personaje, dotan a la película del realizador rumano de una importante corpulencia cinematográfica. Cuando ciertas escenas, que pueden resultar algo excesivas en su duración, requieren de su talento, la actriz absorbe irremediablemente al espectador haciendo olvidar que, quizás, sobrase algún minuto de ciertas secuencias. Su acertadísima lectura del personaje que interpreta la convierte en el epicentro absoluto de la película sin que, la gran profesionalidad del resto del casting, pueda hacerle sombra. Los últimos veinte minutos del filme son absolutamente desgarradores y aquí es cuando ella y varios de los actores alcanzan la cota más alta.
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«Madre e Hijo» recuerda en algunos aspectos al cine de Asghar Farhadi. El director y guionista escribe historias que, como en el filme de Netzer, ponen los vínculos afectivos ante enormes pruebas de supervivencia. También es un hecho traumático el que desata la tormenta y, al ver la película rumana, pueden encontrarse varias similitudes. Para ambos realizadores, la meta es construir un drama de dimensiones colosales, a partir de un minimalismo argumental que hace casi únicas su creaciones. En el caso del realizador iraní, esta talentosa característica se vio premiada con su quinta película «Nader y Simin: Una separación«, ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2011 y de un sinfín de premios más. Seguiremos atentos, pues, a la evolución de Calin Peter Netzer.
El pasado mes de marzo, «Madre e hijo» conquistó 8 premios Gopo (galardones del cine rumano) y ganó el Oso de Oro en el festival de Berlín, premio que acabó de darle a la película el empujón que la ha encumbrado y llevado a ser distribuida en muchos países. Toda una experiencia cuyo argumento, por qué no, puede ocurrirnos algún día. Cine gélido, sin concesiones y de enorme calidad.
Lo mejor: Una historia descomunal y Luminita Gheorghiu.
Lo peor: La excesiva duración de algunas escenas.
Por Javier Gómez