Sería interesante conocer si el actor y director John Krasinski contaba con el éxito que en 2018 tuvo su ópera prima Un lugar tranquilo (A Quiet Place), una mezcla de terror y futuro post apocalíptico, con tintes muy marcados de drama familiar. Desde luego la película funcionaba. Los actores, especialmente los niños (qué mano tienen en USA para manejar a los pequeños delante de las cámaras), sabían aplicar el toque justo de angustia, sin caer en la sobreactuación o el patetismo. Todos esos ingredientes, unidos a un sensacional manejo del sonido y la intriga, llevaron al film a ser uno de los protagonistas de su promoción.
Estos mismos elementos son los que encontramos en esta secuela. Desde una secuencia inicial tan potente que sumerge de inmediato al espectador en la historia, hasta un desarrollo simple pero tremendamente efectivo. El manejo del terror, apoyado una vez más en un sonido impecable, hará salivar a los que llegan al cine con ansia de llevarse unos cuantos sustos, pero también a los que esperan los indispensables toques de misterio.
Los actores de nuevo cumplen perfectamente con su cometido, con la incorporación de Cillian Murphy, al que siempre es un gusto encontrarse en cualquier papel en la gran pantalla. Sacrifica, sin embargo, el drama doméstico en favor de una tensión contenida, que hace de Un lugar tranquilo 2 (A Quiet Place: Part II) un disfrute total para los amantes del género.
Lo mejor: No pierde ni un ápice de la magia, oscuridad y buen hacer de la primera parte.
Lo peor: Pierde el efecto sorpresa.
