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Cuando Los Soprano dijeron adiós

El 10 de Junio del 2007, hace ya diez años, finalizaba la que ha sido considerada la mejor serie de todos los tiempos (Rolling Stone, 2016)  y  la serie mejor escrita de la historia de la televisión (Writers Guild Association) y, sin embargo, parece que fue ayer cuando asistía con el corazón encogido a su polémica finale, que no desvelaré, aunque temo que ya poca gente pueda no haber visto una obra excelsa que perdurará en la memoria colectiva.

¿Qué se puede decir de Los Soprano que no se haya dicho ya?. La respuesta es rotunda. Nada. Y cuándo pienso, entonces, la razón de estas líneas, lo veo. Allí está, la foto enmarcada, en lo alto de mi anárquica librería, justo encima de una instantánea de la Monroe de Vidas Rebeldes (The Misfits, 1961) y a la izquierda de la de Grant y Hepburn en Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story, 1940). Un grandullón sentado, vestido completamente de negro, mira con ternura y acaricia a unos patitos a los que abriga en su pecho. Y entonces comprendo algo. Los Soprano son tan míos como los del más exigente crítico y puedo intentar explicar el porqué de esa fascinación general porque yo misma la siento, aún después de diez años.

HITO DE LA CULTURA POPULAR

Empecemos fuerte. Los Soprano no es una serie de televisión, o al menos no es sólo es una serie de televisión. Decir eso es quedarse tan corto que es no decir nada. Los Soprano es cine del bueno. Los Soprano es un fenómeno mediático. Pero sobre todo Los Soprano marca un hito en la cultura popular, provocando una auténtica revolución no solo en el medio televisivo, también en el cine, prestigiando la primera y generando corrientes de creatividad entre ambos medios, hasta entonces ajenos el uno al otro y provocando un terremoto en el resto de cadenas que se fueron incorporando a proyectos más arriesgados y de calidad. Empezaba la llamada Edad dorada de la Televisión.  Para mí este impacto de Los Soprano lo explicó como nadie en una entrevista para El País, Kevin Spacey, actor principal de House of Cards:

“En 1990 David Lean, director de Lawrence de Arabia, dedicó su discurso de agradecimiento a un premio que le dio Hollywood a advertir a los productores de que cuidaran de los talentos emergentes porque de lo contrario la televisión se los llevaría todos y el negocio del cine caería en picado. Nadie le escuchó. Ocho años más tarde HBO estrenaba Los Soprano, cambiando para siempre la historia de la pequeña pantalla”.

DAVID CHASE

Hablar de Los Soprano es hablar de David Chase, su creador. Cuando Chase crea la historia de un mafioso deprimido de Nueva Jersey no era un advenedizo en el mundo de la televisión. Ya había trabajado como guionista en series de éxito, como la divertida y aplaudida por la crítica, Doctor en Alaska (Northern Exposure, 1990). Chase, de origen italoamericano (su apellido real es DeCesare) quería mostrar una historia familiar (especialmente la relación entre un hijo y su manipuladora madre) en un contexto donde se mostrase el funcionamiento de una “mafia corriente” (los mafiosos van en chándal, o recogen el periódico en calzoncillos), inspirándose en episodios que él mismo había vivido en su niñez y juventud en su barrio. Sin duda, y a pesar de los numerosos “guiños” de la serie a la icónica saga de El Padrino (The Godfather, 1972), la visión de Chase sobre el mundillo mafioso está más cerca de la de Scorsese y su Uno de los nuestros (Godfellas, 1990) que a la obra maestra de Coppola.

David Chase @ Victoria Will/Invision/AP, File)

David Chase @ Victoria Will/Invision/AP, File

LA HBO: IT´S NOT TV, IT´S HBO

Chase movió el proyecto por varias cadenas y, aunque en principio la Fox tuvo interés, lo rechazó por parecerle demasiado arriesgado. Finalmente, la HBO, una televisión por cable desconocida fuera de Estados Unidos (aunque sí tenía cierto reconocimiento con sus productos, como por ejemplo OZ) supo ver que estaba ante una “joya” por la que debía arriesgar primero financiando un piloto, luego una primera temporada de trece episodios y, finalmente, arropando a la que sería su buque insignia durante las seis temporadas que duró, emitiéndose de forma ininterrumpida desde el 10 de Enero de 1999 hasta el 10 de Junio del 2007. Veinte guionistas trabajaron intensamente en los guiones durante estos años pero siempre bajo el férreo control creativo de Chase.

Precisamente, a raíz del fenómeno de Los Soprano y posteriormente The Wire, Hermanos de Sangre y la actual Juego de Tronos, entre otras, la HBO construyó un emblema que goza de reconocimiento internacional. De hecho, una de las campañas de marketing de la cadena en el 2001 fue el slogan It´s not tv, It´s HBO (No es televisión, es HBO).

UN ICONO: JAMES GANDOLFINI COMO TONY SOPRANO

A diferencia de la otra “masterpiece” de la televisión, The Wire (2002), serie eminentemente coral, Los Soprano son la cara, la mirada, las manos y los gestos de James Gandolfini en el papel de Tony Soprano. Es una interpretación tan poderosa que ha convertido a este mafioso cuarentón de Nueva Jersey en, quizá, el personaje televisivo más grande de todos los tiempos, un auténtico icono, tal como lo fue Vito Corleone de Brando.

Gandolfini, actor italoamericano, al igual que casi todo el reparto, no había tenido papeles principales antes de Los Soprano, aunque sí había destacado en secundarios como el de Amor a quemarropa (True Romance, 1993) y cuando tuvo que hacer su audición era pesimista pues pensaba que no “daba el tipo” de un protagonista para una serie de televisión, por muy mafioso que fuese. Cuán equivocado estaba. Su actuación, muy corporal y llena de matices, con una mirada que se transformaba según fuese el padre de familia bonachón o el asesino frío y violento casi sin pausa, además de su compenetración con el propio Chase, extendieron un efecto de fascinación en espectadores y críticos, aunque Chase siempre lo tuvo claro. Cuando pensaba que el espectador había cogido demasiado cariño al personaje daba una vuelta de tuerca y lo convertía en un monstruo, desconcertando a la audiencia. Y Gandolfini, criado en el Actor´s Studio, supo darle vida, mostrando vulnerabilidad e inseguridad pero también fuerza arrolladora en un personaje irrepetible.

Me da igual que me tengan miedo. No dirijo un puto concurso de popularidad.

Tony Soprano

El actor, fallecido en 2013, James Gandolfini

El actor, fallecido en 2013, James Gandolfini

 EL REPARTO DE LOS SOPRANO

Pero aun siendo cierto que Gandolfini es el alma de Los Soprano, a poco que se profundice algo más, nos encontramos con un reparto muy ajustado a unos papeles muy estereotipados, podríamos incluso decir más “de telenovela” si los comparamos con los asombrosamente cercanos a la realidad en The Wire. A pesar de la «estridencia» en el dibujo de estos roles, la realidad es que David Chase siempre quiso que resultasen así.

Casi todo el reparto era de origen italoamericano y la gran mayoría ya había trabajado en Uno de los nuestros, entre ellos Lorraine Bracco (que interpreta de una forma serena y sensual a la Dra. Melfi, la única con la que Tony Soprano muestra sus debilidades), Tony Sirico (el impetuoso sicario Paulie) o Michael Imperioli (el sobrino Christopher). Otros personajes emblemáticos de la serie tenían un gran bagaje previo, como Dominic Chianese (el Tío Junior), que había participado en El Padrino. Parte II (The Godfather: Part II, 1974), o la propia Nancy Marchand, la manipuladora y terrible madre de Toni, Livia. O la misma Edie Falco, interpretando a Carmela, sin duda uno de los personajes más complejos de la serie, con una interpretación de Falco a la altura de su “partenaire”, que ya es decir mucho.

Y por último, gente como Steven Van Zandt, el consegliere de “la familia”, que no había actuado nunca y que era y es guitarrista de la banda de Bruce Springsteen. Su personaje, aun con limitaciones técnicas, es uno de los más icónicos y divertidos de la serie, lo que sin duda ofrece muchas pistas sobre cuál era el objetivo de Chase al elegir el reparto: crear una serie icónica, con personajes identificables y que perduraran en la mente del espectador.

© Vanity Fair

© Vanity Fair

Y esa fascinación que sufrimos y aún padecemos aquellos que metimos en nuestra casa cada noche a la “familia” Soprano, nos sirve para declarar nuestro amor eterno por esta joya cinematográfica dentro de la televisión. Por nuestro añorado Gandolfini, un monstruo de la interpretación que se nos fue, y por una serie que nos hizo disfrutar desbordando con su impagable valor a espectadores, críticos y a la propia y sorprendida industria.

¡Felices diez a Los Soprano y a todos los que la amamos!

Por Vienna Guitar
@Viennalua
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