Who you gonna call? ¿A quién vas a llamar? Ah, los 80, americanas remangadas y hombreras imposibles, vaqueros nevados y bombachos de tono crema, polos Lacoste y pantalones de tenista Ivan Lendl…y el cine más casposo de todos los tiempos. Al amparo de estas consignas nació hace ya 30 años (vamos a morir todos) Ghostbusters, o lo que es lo mismo Los cazafantasmas, esa película que todos hemos visto decenas de veces, y que cuando la vuelven a poner en TV (generalmente en Navidad) la volvemos a ver.
Peter Venkman, Ray e Egon (a los que se une más tarde Winston por aquello de la multiculturalidad yanqui), con sus monos color beige, sus armatostes nucleares a la espalda, su MÍTICO logo, las trampas para fantasmas, la serie de dibujos, Moquete, la pegadiza sintonía de Ray Parker jr (acusado de plagiar la melodía de Huey Lewis and the News «I Want a New Drug”…comparad y sacad vuestras propias conclusiones), el “no juntéis los rayos” que todos los hijos de esa generación hemos usado cuando hemos meado con nuestros colegas en plan santa compaña. Total, una película mítica apoyada en el marketing, y que además de la película generó videojuegos, juegos de rol, de mesa, comics…
Y es que además, como comedia de aventuras funciona. Y muy bien. Con un Bill Murray joven y arrollador, un Dan Aykroid sin su blues brother al lado y con un hasta entonces desconocido Rick Moranis. El contrapunto serio lo daba Sigourney Weaver, que tiene una rara habilidad para colarse en proyectos que terminan pasando a la posteridad.
Que sí señores, que todos nos hicimos un poco de caca cuando vimos aparecer esos engendros mitad morsas mitad perros que querían papearse a la buena de la Weaver , y que convierten a Moranis en el “maestro de las llaves”, pieza esencial para que Gozer el Gozeriano entre en la Tierra a través de una dimensión paralela, y que el mal reine durante milenios en el planeta. Menos mal que el muñeco de los marshmallows era fácil de descomponer en una plasta líquida demerengue. Por Dios, ¿es que no gritaríais igual si vieseis aparecer así a Bill?:
Luego llegó la segunda parte, sin el factor sorpresa, pero con la misma acción y diversión que la primera. Y lo de siempre…que si hay que hacer la tercera colegas, que nos forramos, que ya tengo el guion, que no lo tengo…en todo este tira y afloja nos dejó hace unos meses el bueno de Harold Ramis, Egon, el sesudo científico que soltaba perlas como “la letra está muerta”, o que reconocía haberse acostado con la tostadora poseída. Esto no parece que a Sony, dueña de los derechos, le haya frenado, y sigue erre que erre con resucitar a los cazafantasmas.
Qué soplo de ilusión generacional sería escuchar a Venkman entonar de nuevo: “Somos los mejores, somos los magníficos…los únicos. ¡Cazafantasmas, hemos vuelto!”
Por J.M.C.
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