Cada género del séptimo arte tiene una función designada. La comedia romántica es la encargada de evadir al espectador de las desavenencias de la vida, ofreciendo píldoras de esperanza para el amor, la gran ilusión universal. La trama normalmente sigue el esquema chica-conoce-chico, y, como ya se conoce el final, todo espectador habla con los personajes, como si tuviera ganas de decirles “¡Quereros ya!”. Sin duda, el género es necesario para todos, pues alimenta la eterna quimera de la pareja ideal.
En la familia de Isabelle (Diane Kruger), todas las mujeres fracasan en su primer matrimonio. Para poder vivir feliz al lado de su novio Pierre, la chica va en busca de un hombre con el que poder casarse y divorciarse para así librarse de la maldición. Lo que no sabe, es que esa ardua tarea le va a llevar más problemas de lo que pensaba, sobre todo con un candidato a primer marido como Jean-Yves (Danny Boon), un redactor de una guía de viajes.
Ahí están los radiantes romances de «Quiéreme si te atreves» (2004), «Paris Je t’aime» (2006), y cómo no, la hechicera del candor francés, madmoiselle Amélie Poulain. Esta magia gala aquí parece desvanecerse y, salvo por el idioma, podría parecer una cinta inglesa o americana.
Pero esto no quita que la película sea agradable de ver. Con un esquema semejante al filme «Olvídate de París« (1995), donde unos allegados a los protagonistas narran su romance a terceras personas, esta historia de amor viaja del Kilimanjaro a Moscú, haciendo escala en la capital de Francia, claro. Todo es posible con un personaje como Jean-Yves, que proporciona toda una serie de momentos cómicos a base de cremas depilatorias, rituales africanos, bailes rusos o anestesias en consulta. A su lado estará una Kruger más circunspecta y calculadora, pero que ofrece momentos torpes a la par que encantadores, como probando los platos africanos, o ante el abogado leyendo sus derechos posnupciales tras un enlace al estilo de la sabana africana.
La previsibilidad del guión no hace perder la sonrisa, aunque se sepa el desenlace; lo importante es disfrutar del camino. Por ello, el rocambolesco argumento es para uso y disfrute del público, y pasar una jornada agradable, sin necesidad de sacar reflexiones de ningún tipo.
Los protagonistas ya coincidieron en 2005 en la entrañable «Feliz Navidad«. Ahora sus roles asignados son bastante distintos. La actriz alemana deja su elegancia y distinción a un lado para entrar en la comedia con este papel, y sabe montar una Isabelle malvada y con pocos escrúpulos, mientras que Boon queda perfecto como el periodista ingenuo con su punto pícaro también. Los secundarios, como Robert Plagnol o Alice Pol, que hace de la mordaz Corinne, la hermana de la protagonista, están perfectos en este camino en búsqueda del amor mediante situaciones difíciles.Bien es cierto que «Un plan parfait«, su título original, se mueve en el croquis establecido y carece de alma propia, y, aunque el nombre español reclama una excursión espacial, ésta se limita a un simulador anti gravedad, al son del socorrido Highway to Hell. Sin embargo, es una cinta simpática que consigue dibujar sonrisas, altamente recomendada para aquellos que piden hora y media de evasión.
Por María Aller