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Críticas

Las invisibles: Una divertida lección de resiliencia

El cine transmite valores, modelos y actitudes que son reflejo de la realidad social que nos rodea. Las invisibles (Les invisibles, 2018) apuesta por posar la mirada en conceptos como la sororidad, la empatía y la lucha diaria de personas anónimas que se ayudan mutuamente para salir adelante.

La nueva película de Louis-Julien Petit se inspira en el documental Sur la route des invisibles (2015) y el libro homónimo, ambos de Claire Lajeuni. En ellos, se relata la vida de varias mujeres sintecho de París, invisibles y sin voz. Resultó que tenían tanto que decir, que se precisaba su presencia en la gran pantalla. Si hace poco hablábamos sobre el 8M y grandes personajes femeninos del cine, podemos afirmar que todos y cada uno de los personajes que crean la historia de Las Invisibles podría incluirse en nuestra selección.

Las asistentes sociales se enfrentan a una batalla formidable. Por un lado, la película nos muestra que el mundo se rige por cifras y datos. L’Envol, el centro social de día donde se desarrolla la historia, cerrará en tres meses porque los resultados no son rentables. Estas asistentes son una invisible maquinaria estatal, al igual que las mujeres a las que ayudan. La paradoja pronto se deja ver: la reinserción es tratada como un triunfo político o económico, pero en realidad es una acción humanitaria que se basa en personas. Optarán entonces por rebelarse para intentar que el sistema público sea más justo, aunque para ello tengan que transgredir la legalidad o “adornar” la realidad de las invisibles.

¿Qué decir del grupo de mujeres que asiste al Centro? Con un atractivo reparto que mezcla actrices profesionales con mujeres sin techo reales (y que han demostrado ser grandes artistas en ciernes), se recogen variadas historias con un común denominador: siguen siendo personas, aunque la sociedad las omita, aunque ellas mismas se sientan tan invisibles que prefieran asumir alias como Lady Di o Edith Piaf. Personas que, pese a las dificultades actuales, tuvieron una vida anterior, aspiraciones, dignidad y deseos, pero les faltan herramientas y autoestima para conseguirlos.



© Elemiah

Por último, la película también muestra a la sociedad francesa enfrentada a sus propios prejuicios a la hora de contar con estas mujeres para su reinserción. Como puente entre ambos mundos (aunque igualmente relegada a ser invisible) se sitúa una entrañable voluntaria, Hèlene (Noémie Lvovsky) que, harta de su tediosa vida doméstica, encuentra su refugio personal en el centro. Los ecos que remiten a la actualidad francesa con movimientos sociales como el de los chalecos amarillos resuenan durante toda la película.

Las invisibles es una película necesaria. Posee un trasfondo social tan real y comprometido como para hacernos abrir la mente ante un hecho que, a veces, pese a tenerlo delante de nuestros ojos, no vemos. A ritmo de Sisters are doin’ it for themselves, (temazo de Eurythmics que parece hecho a medida para su banda sonora) Las Invisibles nos empodera a todos, instándonos a empezar por eliminar prejuicios y lanzarnos a ayudar y dejar que nos ayuden. Solo queda preguntarnos… ¿para cuándo la serie?

Lo mejor: La honestidad desternillante del personaje de Chantal (Adolpha Vanmeerhaeghe)

Lo peor: Con un formato casi documental quizá abusa de los primeros planos.  

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