El director francés parece más centrado en sus obras con el paso de los años, demasiado, incluso. A pesar de su ecléctica filmografía (Les bronzés, El marido de la peluquera, Tandem, No molestar), esta vez prueba un estilo que no suele ser el suyo. La promesa es una adaptación de la novela corta Viaje al pasado (1929), del austríaco Stephan Zweig.
La historia está centrada en la Alemania de 1912. Friedrich, un joven licenciado de origen humilde que llega a convertirse en la mano derecha de un poderoso empresario, Karl Hoffmeister, dueño de una gran siderúrgica alemana. Más adelante el dueño le confiesa que padece una grave enfermedad y le pide acudir más frecuentemente al domicilio del empresario donde conocerá a su preciosa y joven mujer, Charlotte. Desde la primera mirada, los dos sienten una recíproca atracción y de ahí surge una relación pasional y platónica pero secreta. Al darse cuenta de su naciente amor, Karl decide mandar al chico a México durante un tiempo para supervisar unas minas de hierro y así mantenerlo alejado de su mujer. Ante el inminente traslado, Charlotte y el joven secretario confiesan sus sentimientos y deciden hacerse una promesa: cuando él regrese del viaje, estarán juntos. Poco tiempo después estalla la guerra y la correspondencia queda interrumpida.
Rodada completamente en inglés, la estética de la película es acertada y coherente , la puesta en escena es clásica y está principalmente basada en toques ligeros (las miradas intercambiadas entre los amantes, lo no dicho, los roces, una sombra detrás de la cortina…) todo acompañado por la melodía compuesta por Gabriel Yared (El paciente inglés, 1996).
El triángulo amoroso está interpretado por un elenco de actores británicos: Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona, The town: ciudad de ladrones) está sublime y sale a flote en este drama sensiblero, aportándole frescor. No obstante, el gran Alan Rickman, que nos tiene acostumbrados a grandes actuaciones (Michael Collins, Love Actually) parece esfumarse y Richard Madden está decepcionante, sobre todo para los que le conocemos por su papel de Robb Stark (Juego de tronos) donde se le veía mucho más expresivo y pasional.
La película puede resultar agradable para los aficionados al género, con decoraciones y trajes de la época fabulosos. Sin embargo, al director francés le ha costado llevar a la gran pantalla la intensidad de la pasión que consume a los personajes. Parece que tiene cierta dificultad para captar las emociones de una relación que prefiere sostenerse. Filma con demasiada simpleza, como si desconfiara del carácter romántico del relato y se negara a ceder al lirismo. Finalmente decide soltarse en su último tramo, ofreciendo un desenlace alternativo al que propone el escritor de la historia, su puesta en escena permanece convencional y académica. En resumen, La promesa es una promesa cumplida… a medias.
Lo mejor: El gran encanto de Rebecca Hall y la labor de la ambientación de la película.
Lo peor: La inexistencia de química y pasión entre los actores.
Por Ibtissem Chikhaoui
@Maya_bcn
