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Críticas

Jersey Boys: Clint puede con cualquier género.


Unos amigos italoamericanos, residentes en Nueva Jersey, asiduos a la picaresca y a los chanchullos de barrio, a las mujeres y a la golfería en todo su esplendor, consiguen hacer su sueño realidad. Consiguen su sueño americano. No, por favor, no se confundan: esto no es Scorsese en su esplendor. Es de otro de los colosales, el tipo duro entre los duros, un hombre al que, guste o no, se le debe reconocer su buen hacer detrás de la cámara. A sus 85 primaveras, Clint Eastwood conserva talento y porte.

El cineasta dirige Jersey boys, una historia basada en hechos reales del que ya se hizo un musical. Frankie, Tommy, Bob y Nick son unos chavales que les ha tocado en la vida el rol de chicos de barrio. Pero su enorme talento para la canción será la vía de escape para esquivar ese supuesto futuro.

© Warner Bros
Él no hace uso del típico biopic: los personajes hablan a cámara y explican los pasos de cómo se forjó una banda: The four seasons, cuatro chavales que personifican el sueño americano, a una sociedad vigorizante que vivía un cambio, una subida en el capitalismo más empecinado. Entre tejemanejes de barrio y visitas a la cárcel, nace el grupo y llega el triunfo.
Si en su etapa de pícaros de barrio eran así, esto se incrementa cuando saborean las mieles del éxito. Más mujeriegos, más broncas, y más excesos, -pero narrado con moderación, que Clint es duro y rígido pero es formal-.
Cuantos datos a tener en cuenta y qué bien sabe narrarlos, con la elegancia tan propia de él. Esta película que no está en el pódium del realizador, pero se degusta bien, con partes más dinámicas que otras, pero en su totalidad, aprueba con nota.
El casting es bastante desconocido para la pantalla grande, y entre ellos sobresale un inmenso Vincent Piazza, que le toca hacer de Tommy, el más rebelde y chanchullero del escuadrón cantarín; el joven actor de Boardwalk Empire destaca por encima de los otros tres. También está por ahí un Christopher Walken entregado a la causa en un papel que conoce, el de oscuro mafioso.

© Warner Bros

Otro punto que da tanto juego en el largometraje -provocando ganas de haber vivido esa época- es la luminosa estética fifties, que con los tonos ocres y cremas de la luz relucen más. Por supuesto, la música es el ornamento fetiche, y con canciones como Sherry, Big girls dont cry o Can’t take my eyes off you el producto final se enaltezca.

Aparte, Clint se hace algún que otro guiño irónico a Ringo Starr, a sí mismo, e incluso a Joe Pesci, que curiosamente, mantiene un nexo del actor con la trama. Investiguen.
El guion toca temas como la mafia o la muerte, siendo atípicos del musical. Sin embargo, Eastwood sabe unir bien. Con su orden ortodoxo de introducción, nudo y desenlace, epílogo, al son de actuaciones coreografiadas, Jersey Boys cumple. No es su producción más reseñable, pero Clint no pierde calidad Desde luego, quien tuvo, retuvo.
Lo mejor: El combo perfecto entre música y estética gracias a la habilidad del realizador.
Lo peor: Pierde cuando se la compara con las grandes del director.
Por María Aller
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