Metidos de lleno en los estertores de este raro raro raro 2020, en el que el mundo se encerró para defenderse del enemigo imposible e intuyendo ya la luz al final de este túnel de desapego y virus, comienza el desarrollo de películas que toman el confinamiento y sus rutinas como vehículos de argumentos que, poco a poco, irán llenando de títulos los diferentes géneros que han sido y serán.
Se estrena una película que ya ha dado que hablar antes de su premiere: Host (2020), un mediometraje inglés que narra las consecuencias que una sesión de espiritismo online tendrá sobre un grupo de amigas que, aburridas en pleno confinamiento por COVID-19, deciden tentar a los muertos, y acabar así con el tedio impuesto. Lógicamente, y como buena cinta de terror, el juego no sale bien y tendrán que enfrentarse al ataque de lo desconocido, que ha decidido cebarse con ellas.
Rodada íntegramente como si se tratara de un foro de Zoom, esta pequeña joya de apenas 60 minutos aprovecha todas las posibilidades del canal: filtros, cortes de sonido, imágenes pixeladas que poco a poco se van haciendo más nítidas…y maneja a las mil maravillas el lenguaje y comportamiento propio de la generación millennial, explotando todos los clichés posibles en un ejercicio de retrato minimalista.
Y sin embargo, Host no deja de ser una película de terror sobrenatural que abusa (sin ningún sentido peyorativo) de los sustos, y que entretendrá a los amantes de predecesoras como Eliminado (Unfriended, 2014), o su secuela Eliminado: Dark web (Unfriended: Dark Web, 2018). En este caso, y debido a su duración, sus creadores han dejado de lado una posible trama para centrarse en el puro terror irracional, ayudado por la competente interpretación de todo el elenco, y la narración sólida de su director, Rob Savage.
Lo mejor: Terror directo y sin mayor pretensión que la de hacer pasar un mal rato.
Lo peor: Precisamente su virtud la convierte en un producto un poco rígido.
