Me senté en la butaca con una sensación de desesperanza. El argumento de esta película me parecía en cierto modo aberrante, por eso de la vuelta de tuerca dada al cuento clásico de los Hermanos Grimm, y temía el peor de los resultados. Ese desasosiego, que puede parecer exagerado, no lo es tanto si recordamos la falta de ideas y los precedentes que existen tras las últimas versiones cinematográficas de las historias que desde pequeños todos conocemos.
La «Caperucita Roja» de Catherine Hardwicke o esa bélica versión de «Blancanieves» que protagonizó la crepusculiana Kristen Stewart, son buena muestra de esa falta de inspiración que es tarjeta de visita de estas producciones para adolescentes, superficiales, simplonas y bastante reprobables.
Sin embargo, a medida que avanza «Hansel & Gretel: Cazadores de brujas«, uno se va dando cuenta de que, muy posiblemente, nadie va a intentar convencerte de otra cosa que no sea contarte la historia de dos hermanos condenados a aniquilar a toda bruja viviente a base de mamporros y armas de destrucción masiva (sobretodo para la época). Y me la cuentan sin complicaciones, que era lo que yo quería aquella mañana.
No esperéis oír maravillas de esta producción, por supuesto tampoco las diré yo, porque no las tiene. El filme no posee nada que pueda destacar, pero no engaña a nadie y eso cada vez lo valoro más.
No es una película de acción, no es un drama, tampoco es una comedia…, y mucho menos pertenece al género de terror, pero tiene un poco de todo, en su justa medida, nunca es sobresaliente pero nunca suspende. Es un producto palomitero que cumple con su cometido y que no juega con el espectador, no lo manipula. Carece de discursos moralistas, defecto presente en muchas de estas películas donde el bien prevalece sobre el mal, así que, simplemente, el filme responde ante el cometido para el que fue concebido: el puro entretenimiento.
Jeremy Renner y Gemma Arterton interpretan a dos hermanos cuyo abandono paterno y posterior encuentro traumático con una bruja (sobretodo para esta), dota de ciertas capacidades que los convertirán en el verdadero azote de todas las maléficas hechiceras a lo largo y ancho de unas tierras donde son archiconocidos desde su aterradora pero heroica experiencia infantil.
Una, relativamente, cuidada ambientación medieval y unos dignos efectos visuales, ayudan a recrear la historia que en algunos momentos bebe de aquellos maquillajes infernales que Sam Raimi creó para su espectacular y personal trilogía sobre el Necronomicón.
Todo el filme acaba desarrollándose a ritmo «MTV» (cuya marca produce la película), ofreciéndonos frenéticas escenas de acción que no aburren y que, aunque necesariamente exageradas por la temática, no dan la sensación de excesivas o incoherentes. Los hermanos (y algunos aliados) reparten a izquierdas y a derechas, eso es lo que ves, te lo crees y te divierte.
Me comí mis palomitas y durante noventa minutos no me sentí engañado porque nadie lo pretendió. Vi una película sencillamente entretenida que entiende este término en su significado más primario, elemental y práctico. Un filme sin aires de grandeza y sin alardes visuales que supera muchos de esos multimillonarios blockbusters que tenemos que tragarnos a lo largo del año.
Bien por el atrevimiento de Tommy Wirkola, director, y bien por el descaro de esta nueva adaptación de un cuento de hadas made in Germany.
Por Javier Gómez