Llega a nuestras pantallas «Guerra Mundial Z«, la adaptación libre – ya entenderéis el porqué – de la novela del mismo nombre escrita por Max Brooks. Por lo tanto, un nuevo blockbuster veraniego para animar la insulsa cartelera estival.
Un virus letal que convierte a los seres humanos en agresivos e hiperveloces zombis, se propaga rápidamente por todo el mundo. Brad Pitt es la última esperanza de una humanidad enloquecida y superada por las circunstancias, para encontrar la causa y, por tanto, la solución antes de que un apocalipsis de no muertos, acabe con la vida conocida hasta ahora.
Y así es como el venerado y deseado cincuentón Brad Pitt se presenta en esta superproducción que dura lo que tiene que durar y que muestra lo que tiene que mostrar. Sin moralinas, sin excesos y con la mesura con la que Marc Foster trata todos sus filmes. Un director de irregular filmografía pero con cierta mano izquierda para manejar historias y repartos de altura, cuya «Monster´s Ball» regaló, por méritos propios, el Oscar a Halle Berry como mejor intérprete femenino.
«Guerra Mundial Z» es una película de zombis al uso, tiene pocos ingredientes, por no decir ninguno, que la conviertan en una cinta especial o novedosa dentro del género, pero tampoco tiene delirios de grandeza a pesar de su espectacularidad. Contenida hasta en los momentos más frenéticos, su visionado se convierte en una aventura menos estresante de lo habitual en películas de temática similar, que apedrean al espectador con estímulos de poco talento y provocan overbooking en la ya saturada lista de cinematografía sobre muertos vivientes.
No por esta razón la película de Marc Foster es más aburrida o contiene menos acción que otras, en absoluto. «Guerra Mundial Z» tiene cierto autocontrol que se agradece aun conteniendo escenas bien rodadas que gozan del suspense y la tensión que requiere lo que nos cuentan, consiguiendo el objetivo de hacer que el público quiera saber cómo y por qué, es decir, lograr que el respetable nunca pierda el interés pero tampoco acabe exhausto consecuencia de un metraje excesivo o trivial.
Pitt y el resto del reparto (sin ningún nombre excesívamente relevante, salvo David Morse o Mathew Fox), cumplen con profesionalidad. La superestrella norteamericana, absoluto protagonista del filme, continúa en su buena línea actoral y prescinde de histrionismos innecesarios, construyendo un personaje creíble que cuadra con su condición de padre, marido y, en cierta manera, héroe por accidente.
Este fin de semana tenemos la posibilidad de ver una gran producción «made in Hollywood» que no irritará a los impacientes y que colmará a los amantes del cine de zombies y del de aventuras porque no abusa de tópicos desgastados pero mantiene las buenas costumbres de las películas que mezclan con habilidad y chispa las dosis justas de thriller, acción, suspense y terror.
Por Javier Gómez
