Un sector de la población señala que ya se han hecho suficientes películas de la Guerra Civil en España, pero en Estados Unidos se hacen muchas más sobre Vietnam o la Segunda Guerra Mundial y nadie se opone a ello. Esta opinión sobre el exceso de películas del género parece estar algo politizada o cuanto menos ser una afirmación bastante acomplejada.
El cine español puede seguir hablando sobre esta terrible y fascinante contienda sobre todo si lo hace desde un prisma diferente. Cuando uno ve el cartel de Gernika cree que va a ver una película con cierto toque hollywoodiense, pero realmente no termina de serlo. Es cierto que coquetea con ello, pero Gernika es un título que no renuncia a ciertos códigos de un cine más europeo hasta llegar a su apocalíptico final.
Son muchas las películas que cuentan pequeñas historias enmarcadas en un acontecimiento histórico con mayúsculas: Pearl Harbor (Michael Bay, 2001) o Titanic (James Cameron, 1997), son dos ejemplos de películas en las que asistimos a una pequeña historia de amor mientras se activa una cuenta atrás hacia el desastre que sólo conoce el espectador y que tiñe todo de dramatismo. Gernika es otra película de ese género y es cierto que tiene las mismas fortalezas, pero también comparte las mismas debilidades. El inminente final hace que cada pequeña acción suba de importancia, pero también crea en el espectador cierta impaciencia por esa confrontación que tarda en llegar y que parece estar demasiado desconectada de la realidad de los protagonistas.
Hay que destacar que Gernika es una película poco maniquea que trata de plasmar la verdadera complejidad de la contienda. En ella hay personajes de todas las nacionalidades que permanecen perdidos en una extraña Torre de Babel tratando de sobrevivir al horror. Posiblemente Gernika esté demasiado dialogada, pero esa mezcla de idiomas y de conversaciones ayudan a poner un claro acento en la internacionalidad del evento y en la falta de entendimiento y desacuerdo que reinaba en aquellos años.
Más allá de los gustos personales el recordar a través del cine un acto de barbarie como el que sucedió en Gernika es algo realmente valioso.
Lo mejor: la vocación internacional de la película.
Lo peor: la tensión generada por el inminente bombardeo puede parecer algo reiterativa.