Paradójicamente, el último film de Claire Denis arranca en un mar que representa el punto de partida opuesto al destino insinuado por el título del filme. Como siempre, el cine de la directora francesa se mantiene esquivo con las clasificaciones y su último trabajo, Fuego (Avec amour et acharnement, 2022) deambula entre el drama romántico y el thriller psicológico, evitando la posibilidad de ser etiquetado en un género canónico.
En su nueva película, la directora francesa se mantiene fiel a su estilo narrativo -tal vez un poco más explícita que en otras ocasiones- y mantiene sus temáticas recurrentes. El deseo reprimido -y prohibido- como motor de la narracion y las enfermedades derivadas del colonialismo como telón de fondo de una sociedad incapaz de resolver sus problemas culturales y raciales.
Denis oprime al espectador con su intensidad visual y le somete al círculo vicioso en el que viven sus protagonistas mediante unos diálogos tan dolorosamente reales como reiterativos. En Fuego repite con algunos de sus actores fetiche, que vuelven a brillar con luz propia e incorporan a sus personajes algunos de los rasgos personales heredados de anteriores colaboraciones con la directora francesa.
Llama especialmente la atención el tratamiento del personaje interpretado por Grégoire Colin, que parece haber tomado el testigo de Michel Subor en el cine de Denis y que dota de una presencia inquietante y repulsiva a su François, prescindiendo de la palabra y exhibiendo un gran dominio del lenguaje corporal durante gran parte del metraje. Se trata de una amenaza silenciosa que, con la simple mención de su nombre, es capaz de agravar la crisis personal de la protagonista.

El cine de Denis sigue recreándose en la piel, pero tal vez de una manera menos personal que cuando Agnes Godard estaba al mando de la fotografía en sus películas. Más allá de este detalle, la cámara al hombro sigue siendo uno de los signos distintivos de un cine siempre comprometido con la profesión actoral, mientras que el montaje se muestra tan atento a los pequeños gestos del cuerpo como respetuoso con los pasajes de especial intensidad dramática.
En resumidas cuentas, estamos ante una película muy digna del universo denisiano, que incluso recurre a actores habituales de su filmografía anterior-papeles casi testimoniales de Mati Diop y Alice Houri– para subrayar el sello autoral de su penúltimo y excelente trabajo. Una película que se recrea en analizar la diferencia entre el fuego que calienta y el fuego que quema, el que mantiene vivo el deseo y el que lo convierte en enfermedad.
La puedes ver en Movistar+, en Filmin (pago) y en Rakuten TV.
