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Femme Fatale: Magnético TOP 5

“La odiaba tanto que no podía quitármela del pensamiento”. Pobrecito Glenn Ford. Era el efecto que Gilda causaba en la gran mayoría de los hombres con los que cruzaba dos palabras. Normal. Guapa, guapa. Una pelirroja de piernas kilométricas, ojazos y una de las sonrisas más maravillosas del cine. Una mujer fatal, entre muchas de las que ha dado el cine negro de los  años 40, quizás una de las épocas de mayor esplendor del género. Siempre acompañadas por hombres, son las que dirigen las tramas en estas películas. Son ellas, con sus miradas, sus curvas, su manera de caminar y sus besos las que hacen lo que quieren con ellos. Desde Mae West, considerada la primera mujer fatal del cine, hasta alguna más reciente como Scarlett Johansson en «La Dalia Negra«, hacemos un top five, poco objetivo, hay que reconocerlo, de las Femme Fatale más grandes del cine negro.

Rita Hayworth

Para empezar, una femme fatal es un pibón lo mires por donde lo mires. Pero es que es un pibón muy peligroso, porque siempre tiene algo que ocultar, siempre busca algo raro que intentará conseguir a través de algún pobre hombre que bebe los vientos por ella. Y ella que suele ser despiadada, fría y muy inteligente, pues le da un poco igual. Si alguien tiene que morir, que se lo cargue él… mancharse las manos no, que para eso una es una señorita. Forman parte de la estructura del cine negro, y algunas de las más conocidas están también aquí.

Es el caso de Rita Hayworth, Margarita Carmen Cansino, en los papeles oficiales. La guapísima Rita, era de padre sevillano y empezó bailando en el Spanish Ballet con 13 añitos. Le llegó la fama más arriba de la mano de Howard Hawks y «Sólo los ángeles tienen alas» (1939). Era una mujer cariñosa, tímida, bondadosa… y en 1946 destroza esa imagen con «Gilda» de Charles Vidor. Una película convertida en icono gracias a una canción, una bofetada y un guante. La escena en la que Rita canta “Put the Blame on Mame” y se quita (con mucho arte, todo sea dicho) un guante hizo que en algunos países no se pudiera emitir…como ocurrió en España, que lo consideraron un striptease. ¡Con la iglesia hemos topado! En fin, la peli es cine negro con una estética que creó escuela, y narra un dramón romántico con mentiras, engaños y muertos por el camino. A partir de este momento Rita y Gilda se convirtieron en la misma persona, aunque después la actriz se lamentaba: “Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo”. Caprichosa, vengativa, celosa y manipuladora, volvía loco a su compañero Glenn Ford que le soltó una bofetada de esas que pasan a la historia del cine… casi nada.

Otra mujer fatal, pero ésta fatal, fatal, es decir mala a rabiar, es una de las damas del cine de los 40 y 50, la enorme Barbara Stanwyck. Aplausos. Algunos críticos de cine señalan que el personaje prototípico de la mujer fatal en el cine negro es el que crearon Billy Wilder (cómo no) y el escritor y guionista Raymond Chandler para el filme «Perdición» (1944) y al que daba vida Stanwyck. Ella era Phyllis Dietrichson, la mujer de un respetable hombre de negocios. Un día un agente de seguros llega a su casa para intentar renovar la póliza del seguro de vida del marido de ésta. Ella está sola en casa, se lo explica, pero hablando y hablando comienza un tonteo muy ambiguo que en principio se queda ahí. Pero es sólo el inicio. La señora Dietrichson tiene una idea en la cabeza y como es una pobrecita mujer de su casa necesita que alguien la ayude, y el agente de seguros está dispuesto a lo que sea… Y el tema se complica un poco… Este agente era Fred McMurray y otro de los protagonistas fue Edward G. Robinson. Teniendo en cuenta que la peli la dirige Billy Wilder, (más aplausos), que el guión lo hace a medias  con Raymond Chandler (El sueño eterno, El largo adiós), el filme es una de las obras maestras del cine negro y del blanco también.  Stanwyck se come la pantalla, sin ser tan guapa como otras actrices del momento, su carisma y su atractivo hacen de ella la más fatal de las mujeres y es nominada al Oscar, que este año lo recibe Ingrid Bergman por otro papelón enorme en la película de George Cukor, «Gaslight«. La academia lo tuvo complicado ese año.

Barbara Stanwyck

El animal más bello del mundo, Ava Gardner, también le dio lo suyo al gran Burt Lancaster en «Forajidos» (1946), otro clasicazo del cine negro. Narra a través de continuos flash backs una historia de mentiras, manipulaciones, trampas…y muerte. Ava Gardner es la película. Su personaje es el centro, su cuerpo, sus ojos, su sonrisa, sus caricias hacen que “el sueco” (Lancaster), pierda la cabeza por ella…y un hombre sin cabeza en un mundo de gángsters y ladrones, poco tiene que hacer. El ritmo, el uso de las sombras y las luces, los diálogos…hacen de esta película una de las mejores obras de Robert Siodmak, otro grande.

Y seguimos. Lauren Bacall es quizás la única mujer fatal de esta época que aún sigue viva y que aparece en esta pequeña lista por muchos motivos, pero sobre todo por dos: «Tener y no tener» (1944) y «El sueño eterno» (1946). Dos grandísimas películas en las que Bacall se las hace pasar canutas al que después fue su marido hasta que éste falleció, Humphrey Bogart. En la primera de las películas, Bacall era una jovencita que con una frase enamoró a Harry Morgan (Bogart), un marino que buscaba que un barco le contratase: “si me necesitas, silba” y ya pudo hacer con él lo que le dio la gana. En la segunda, dos años más tarde y ya casados,  Bogart interpreta a un detective que es contratado por un millonario para que investigue a sus dos hijas que andan metidas en asuntos un poco turbios… Y tan turbios. Las dos películas son magistralmente dirigidas por Howard Hawks y en ellas la química entre los protagonistas y las dotes de Bacall como mujer fría y manipuladora saltan a la vista.

Y cerramos el top five con otra guapísima mujer, Joan Bennett, que destacó principalmente por su papel en «Perversidad» (1945) del gran Fritz Lang. Un dramón, que incluye a un ingenuo Edward G. Robinson (que borda todo lo que hace) que se vuelve totalmente loco por una joven a la que un día pone a salvo de una agresión en la calle. Kitty es guapa, joven, alegre y le promete una vida de felicidad. Fría, calculadora, cruel, mala mala. La cosa no puede terminar bien, para casi nadie. Esta peli junto a La mujer del cuadro son las más aclamadas de la filmografía de su director.

Joan Bennett

Y ya si eso otro día, intento ver más allá del cine de los años 40… que no lo es todo, pero al César lo que es del César.

Por Lore Pérez
@Peneaa

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